Acto de Inauguración del Curso 2018-2019. La Línea de la Concepción.
No
conocía apenas nada de la vida – y menos aun de la obra- de María Teresa León.
Discreta poeta, casada con Rafael Alberti, comprometida con la causa
republicana, responsable de la pintoresca evacuación de los más valiosos
cuadros del Museo del Prado hacia Valencia durante los bombardeos de Madrid.
Poco –más bien nada- más.
Este
nuevo encuentro del Club de Letras me ha permitido descubrir a esta mujer, para
mí desconocida, y en concreto, una sorprendente obra suya: la biografía de Doña
Jimena, esposa del Cid Campeador. El que una escritora comunista hubiera
escrito sobre una figura tan secundaria como la mujer de un guerrero -además un
icono para los franquistas- me dejo más que despistado.
En
varias tardes dedicadas a la curiosidad cayeron algunos de mis prejuicios.
Primero aprendí que el mítico Rodrigo Díaz de Vivar fue venerado en ambos
bandos, en el Nacional como héroe intachable de la Reconquista y en el
Republicano, ya vencido, como retrato del soldado que pagó su lealtad con el
exilio. He descubierto con sorpresa que el propio Alberti escribió varios
textos elogiosos sobre él.
Y
segundo, entendí que María Teresa León nos da una lección a todos los que
aspiramos a escribir, al cambiar la perspectiva esperada y desviar el foco
desde el luminoso Cid a la oscura Doña Jimena. Esta gran dama medieval tomó
decisiones, fue inteligente y autónoma y por supuesto sufrió también el
destierro, añoró su tierra y padeció una profunda melancolía.
Renunció
a su brillante porvenir para asegurar -tras la figura del conocido caballero-
que todo funcionara en la vida cotidiana, en la penumbra proyectada por la
larga sombra del conocido protagonista. Un episodio clásico de la lucha
feminista.
El
relato de la vida de Jimena parece en realidad una autobiografía, la de María
Teresa León, recorriendo medio mundo siempre un paso por detrás del poeta de El
Puerto. Y por voluntad propia.
Por Agustín Fernández Reyes
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