Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
Director: Profesor de la UCA Dr. José Antonio Hernández Guerrero
Coordinación del blog:
Antonio Díaz González
Ramón Luque Sánchez
Contacto y envío de textos:
clubdeletras.uca@gmail.com
viernes, 30 de diciembre de 2016
El reparto de la tarta
Los comentarios sobre
la “globalización”, que en estos días repetimos en las conversaciones y en los
medios de comunicación, adolecen, generalmente, de una grave -y, probablemente,
no ingenua- simplificación, determinada por un desenfoque de la cuestión. No se
trata, como muchos creen, de una lucha desigual entre los fervorosos
partidarios y los demoníacos enemigos de la apertura de fronteras, de la
democratización de las anárquicas relaciones entre los pueblos, de la
universalización de la justicia, ni de la mundialización de la economía. La
pugna se produce por el reparto de la “tarta”. El problema surge a la hora de
responder a dos cuestiones diferentes: ¿quién la reparte? y ¿cómo se reparte?
Es cierto que la “tarta” es única y que todos navegamos en un mismo “barco”,
pero también es verdad que los trozos del “pastel” son excesivamente diferentes
y que los camarotes del “buque” -que
para algunos es mera patera- son injustamente desiguales. La interdependencia
se traduce en el hecho cuantificable de que, para que crezca el bienestar de
unos pocos, ha de aumentar la pobreza de unos muchos.
Entre la riqueza del
Norte y el empobrecimiento del Sur se establece cierta relación de
causa-efecto, sostenida y aumentada por nuestro modelo de sociedad de consumo,
que genera unas relaciones agresivas con el medio y produce unas dependencias
humanas injustas desde diversos puntos de vista. Si nuestro modelo de
desarrollo causa contaminación, destrucción y pobreza, la pobreza también genera
contaminación y destrucción. Las diferencias en la capacidad de destrucción
entre los ricos y los pobres son abismales. No podemos perder de vista que el
consumo medio de materias primas y de energías de cada europeo, norteamericano
o japonés es veinte veces mayor que el de un habitante del resto del planeta.
Como afirmó Indira Gandhi, “el mayor desastre ecológico es la pobreza”: un
problema “global” de cuyo origen nadie es inocente.
José Antonio Hernández Guerrero
lunes, 19 de diciembre de 2016
Encuentro literario del Club de Letras en la Escuela Politécnica de Algeciras el viernes (9-12-2016)
La historia de la literatura
muestra, ensaya y fija continuamente las verdades universales conquistadas por
el hombre, indispensables para reconocer el mal y para encontrar el bienestar
social, familiar y personal ¿Son inamovibles las certezas? ¿Se puede contestar
a determinados interrogantes considerados enigmas insoslayables? –me pregunto.
El escritor, la escritora, a través de
los personajes, de las imágenes sensoriales, del uso de símiles y metáforas…, trasluce
sus propias concepciones de la vida, intentando calmar cierto desasosiego que
da el vacío de respuesta o la duda. El artista redefine, cuestiona, se postura
ante la vida, el tiempo y la muerte adoptando diferentes actitudes:
pesimista-negativa; optimista-positiva; borrada-arrinconada o,
realista-sensata. Lo conveniente es reconocer que la muerte y la vida se
acompañan mutuamente, de forma ineludible y que lo sensato y realista es
integrarla en nuestra vida, sacando el máximo de bienestar en nuestras
experiencias vitales.
El tiempo. ¿Cuál? ¿El pasado, el
condicional, el futuro…? ¿Qué concepción tenemos de él?...Maravillosas
manifestaciones de los compañeros que escribieron unos renglones rápidos sobre
él. –me encantaría poderlos compartir- pero no se grabaron, ni se han
reproducido. Maravillosos y profundos. ¡Lo que somos capaces de hacer en un
ambiente íntimo y estimulante!
Si nos fijamos en el tiempo pasado,
-García Márquez es un ejemplo excepcional- rescatamos sensaciones provechosas,
no sólo de la infancia sino de cualquier etapa evolutiva –en sí mismas ubicadas
en otra dimensión- o de eventos que parecían olvidados y que aparecen llenos de
riqueza sensorial y de enseñanzas rescatables.
El tiempo futuro es revolucionario
porque promueve proyectos impulsores de energía e ilusión, que nos facilitan el
movimiento hacia lo nuevo y asombroso, hacia lo desconocido. En cambio, el
presente, aporta lo bueno de la concentración y la limpieza del acto. Pero no
debe englobar el todo porque es instantáneo y transitorio, destruyendo nuestra
historia y nuestros anhelos. El tiempo debe recoger en el presente esa
conciencia de lo desandado y de lo que esperamos andar.
La aspiración del creador es la de
considerar la condición humana, la muerte, la vida, el tiempo, sus enigmas…de
forma original e inédita, evitando las obviedades y las repeticiones. No hay un
único estilo, pero sí unos principios que lo soportan. Entre ellos, está el uso
de las descripciones y explicaciones de las sensaciones a través del cuerpo de
la obra. El medio de expresar las ideas, sentimientos y hechos es dotar de
sensaciones la narrativa o la poética. Pero también mover la acción y la
sensación, en el tiempo, en el tiempo
narrativo. Tanto dotar de sensaciones como de tiempo al texto, aumentarán su
calidad.
Conclusiones:
-Conviene que reflexionemos y
fijemos nuestras propias concepciones sobre la muerte, la vida y el tiempo. En
general sobre la condición humana.
-Pidamos el cuadernillo de trabajo
“El arte de comunicar” a extensión@uca.es
-Inscribirse en el I Encuentro
interdisciplinar sobre bienestar que se celebrará en abril 2017.
-El reto del escritor debe dirigirse
hacia lo que quiere decir, de forma original; dotar al texto de sensaciones
–sentidos- ; dotar de tiempo al texto;
introducir preguntas como recurso; plantearse estructuras
morfosintácticas diferentes para elegir la más precisa; leer el texto o poema en voz alta para sentir
su armonía y poder mejorarla si conviene –discurso accionado-, hacerlo
entendible, aportando contenidos cercanos –no obvios- del poema.
Josefina Núñez, 9 de diciembre de 2016.
El Nacimiento y los Villancicos
Aunque
aceptemos que –debido a la facilidad y a la rapidez de las comunicaciones- son
inútiles los esfuerzos para evitar el uso de esos objetos decorativos
provenientes de diferentes culturas, hemos de reconocer que, en la actualidad,
el Nacimiento, cuyo origen se atribuye a Francisco de Asís, entre 1200 y 1226,
sigue siendo el símbolo que mejor ambienta, adorna e ilustra nuestras fiestas navideñas
y, además, la alegoría que mejor explica nuestras peculiares maneras de pensar,
de sentir y de vivir. A veces –queridos amigos- podemos caer en la frivolidad de
despreciar la contribución de las tradiciones culturales, sin preocuparnos por
conocer sus raíces históricas y su influencia en nuestras vidas personales,
familiares y sociales. Con qué facilidad consideramos que el Belén con el Niño
Jesús, la Virgen, San José, los Pastores y los Reyes Magos y, por supuesto, los
Villancicos son meras supervivencias arcaizantes de unos usos pasados de moda.
En
esta ocasión me refiero claramente a aquellos “dogmáticos intelectuales” que
“pasan” de los ritos festivos y tratan de desacreditarlos tachándolos de “simples
hábitos culturales”. Es posible que usted –querido lector- conozca a algunos de
los “ilustrados” que se ríen de esos rituales festivos que, además de expresar simbólicamente
unos significados religiosos, poseen unos contenidos sociales, estéticos y lúdicos
que nos hacen disfrutar y sentirnos hermanados.
Me
llama la atención cómo algunos “ilustrados” creyentes coinciden con
“intelectuales” agnósticos cuando menosprecian las manifestaciones populares a
las que califican como simplemente culturales. En mi opinión, unos y otros caen
en un género de “catetismo” cuando piensan que estas maneras de sentir y de
expresarnos son superficiales y carentes de significados. No advierten que
pertenecen a lo que Jung califica de “arquetipos”, esos modelos colectivos que
poseen unos altos contenidos emocionales y que son los cauces que nos ayudan a
la educación sentimental y a la intensificación de nuestras relaciones humanas.
Estos ritos actualizan el sentimiento de formar parte de una comunidad, reproducen
simbólicamente nuestra identidad colectiva y reafirman nuestro peculiar modo de
vivir. Feliz Navidad, amigos.
José Antonio Hernández Guerrero
Acta de la reunión del Club de Letras en Jerez (2-12-16)
El inicio del curso en Jerez el día 2 de diciembre
fue concluyente y acertado.
“Tenemos que hacer lo posible para que los
interesados en el Club de Letras se encuentren con unos contenidos que le hagan
crecer. O hacemos ese esfuerzo por renovar nuestras ideas sobre la Vida y la
Literatura, o no merecen la pena nuestras reuniones”
* José Antonio nos presentó el cuaderno “El arte de comunicar” y también nos
recordó que podíamos recogerlo en la misma Extensión, o bien solicitarlo por
e-mail para que nos lo envíen por correo postal.
* A continuación nos leyó uno de sus tan admirados
textos, ésta vez sobre la inseparable conexión entre la Literatura, la Vida y la Muerte. En él nos comenta las distintas
formas en que se interpreta la muerte, desde el punto de vista de las artes, la
filosofía, la ciencia, la literatura, o la religión, y actualmente, debido a la
personalidad materialista que gobierna el mundo se considera como la
aniquilación de la persona y por lo tanto de la vida.
* Nuestro minuto de silencio nos introdujo en la
reflexión de todo lo oído anteriormente. El tema propuesto por José Antonio
para desarrollar en pocas líneas fue:
¿Qué
pienso yo sobre la muerte?
*Tras unos minutos y unas cuantas líneas, los
compañeros asistentes fueron leyendo sus pensamientos y reflexiones sobre dicho
tema, en los que nos encontramos con gran variedad de interesantes razonamientos.
Después tomó la palabra Mª Luisa Niebla,
coordinadora de la revista Spéculum, y nos hizo partícipe de la importancia de
participar en ella con nuestro trabajo poniendo énfasis en las reseñas
literarias que cada vez son más escasas. Nos recordó las distintas opciones de
que disponemos para participar en las distintas actividades como: la página
“Speculum” en Facebook, el “Blog del Club de Letras”, el “Periódico El Espejo”,
los “Cafés de Redacción”, Las “Tertulias radiofónicas” (los lunes en Onda Cádiz
de 4 a 5 de la tarde).
El encuentro terminó con un pensamiento de nuestro
profesor:
“La
comunicación es un reto muy complejo y enigmático que debemos desentrañar. La
barrera más importante para comunicarnos es el Yo”
Carmen Franco, 2 de diciembre de 2016.
domingo, 11 de diciembre de 2016
Auditor
Una de las
mayores suertes que nos pueden sobrevenir a nuestras vidas es la de encontrar a
otro ser próximo y semejante que nos comprenda, que identifique las claves
ocultas de nuestra peculiar manera de ser, que descifre el sentido profundo de
nuestros pensamientos, la razón última de nuestros deseos íntimos y las raíces
escondidas de nuestros temores secretos. Todos los seres humanos, para llegar a
ser nosotros mismos -sea cual sea el escalón temporal o social en el que nos
encontremos- necesitamos que alguien nos explique, con claridad y con tacto,
quiénes y cómo somos; necesitamos que nos digan cómo suena nuestra voz, cómo
cae nuestra figura y cómo se interpretan nuestras palabras.
En realidad,
ésa es la última meta de todos nuestros pensamientos sobre cualquier tema; ésa
es la materia común de nuestras charlas, lecturas y escrituras. Ése es el
destino de nuestros paseos y de nuestras correrías por las calles de la
conversación y por las plazas de la tertulia. Necesitamos oidores atentos y
auditores respetuosos que nos escuchen y nos entiendan; que descubran el
secreto hondo de nuestras aparentes contradicciones, que esclarezcan las claves
secretas de las engañosas incoherencias.
Vivir
la vida humana es, efectivamente, descifrar el misterio que cada uno de
nosotros encierra, es develar el secreto que guardamos y explicar el ejemplar
diferente y único de la compleja existencia personal. El hallazgo de este
modelo inédito exige atención constante, esfuerzo permanente, habilidad
especial y, sobre todo, la ayuda adecuada de un acompañante sensible,
respetuoso, experto y generoso que sepa captar las ondas sordas de nuestros
latidos. Para descubrir nuestra verdad necesitamos, efectivamente, una persona amiga
en quien confiar nuestras debilidades, un aliado con el que compartamos
secretos, un confidente que sea el fiel guardián de la puerta tras la cual
ocultamos nuestra vida privada; un cómplice que jamás abrirá esa puerta ni
permitirá que nadie la abra.
José Antonio Hernández Guerrero
Presentación de Voces cruzadas: trece historias nuestras.
El próximo miércoles 14 de diciembre, a las 19:30 h., se presentará en la Biblioteca Pública Provincial de Cádiz el libro "Voces cruzadas: trece historias nuestras" en el que participa nuestra compañera del Club de Letras Francisca Sánchez Rico.
miércoles, 7 de diciembre de 2016
Luces, zambombas y naranjas. Hablilla 705.
Este año las
calles se han iluminado antes de lo habitual. El día de San Eloy, el
patrón de los orfebres, se encendió cuando el sol se escondió, el día primero
de diciembre, precedente de una semana de vacaciones anticipadas. Es inútil
recordar porque las imágenes vuelven por sí solas. Por eso no nos repetiremos,
pero sí anotaremos que el alumbrado, cuando éramos pequeños, coincidía con el
sorteo de la lotería, que salíamos del colegio sin la preocupación por la
tarea, que nos pegábamos como moscas a los escaparates de juguetes para después
escribir la carta cargando de ilusión todos los renglones.
Más tarde el
alumbrado se adelantó al día de la Inmaculada, tal vez para emparejarlo con el
adorno de la casa. Luego retrocedió hasta Santa Bárbara. Este año pasamos por
delante de Santa Bibiana con el refrán dando vueltas por la cabeza. En
cualquier caso, la Navidad siempre es distinta, sorprendente y cada vez se vive
más en la calle. La fiesta de fin de año es la que más ha perdido. Los escaparates
con los vestidos de fiesta, las corbatas de pajarita y los tacones plateados
forman parte del género a vender por la tienda, como las otras prendas, por lo
que no resultan extraordinarias, en cambio sí lo son las Zambombas.
Desde hace
unos años han aumentado tanto que ha sido precisa la confección de un programa.
En ellas no faltan la fogata, el vino, el grupo flamenco y acaso el baile, sin
embargo el instrumento, el sonido ronco producido por el roce de la caña en el
pergamino, brillan por su ausencia. Un artículo aludía a ello, a su posible
desaparición debido al rumbo que están tomando. Esta afirmación ofrece varias
lecturas, la primera de ellas es que resulta impensable recuperarlas en su
estado primigenio.
En los
barrios apenas quedan patios de vecinos, las casas no son tan grandes como para
reunir a la familia, a los conocidos que pasan y en la calle fluye el tráfico
rodado, por lo que se opta por cerrarla con el permiso de la autoridad
competente o bien se acondiciona una plaza pública. Otra lectura es la moda, lo
más cool, en este caso una vuelta a lo popular con los rigores de la
modernidad. Los platos de berza o las tazas de caldo han perdido la batalla
ante las raciones de jamón, el queso, la carne mechada y las gambas, según los
casos.
Del anís
sólo queda la botella para que la chuchara la rasque y las tortas salieron del
lebrillo para las bandejas blancas de poliuretano. De todas formas, la gente lo
pasa bien, es de lo que se trata, que la familia salga, que los amigos se
reúnan para disfrutar de tantos días buenos que tiene el invierno de La Isla.
Será uno de los pocos lugares en los que se pase calor en diciembre mientras se
hacen las tortas de Nochebuena.
Por cierto,
también este año la poda se ha adelantado. El pasado martes las naranjas
corrían por la calle Colón abajo, huyendo, escapando de la cubeta donde irían a
parar, buscando desesperadamente las manos que todos los años las sacrifican
para dar olor al aceite con matalaúva, la mano que amasa con mimo y firmeza,
estira, fríe y pasa por miel esta alegoría de la Navidad.
Disfrutemos
de esta primera impaciencia isleña, esta táctica comercial que llena las calles
de color y gente. Una Isla paciente y deseosa de ver a sus isleños conformes.
Por lo menos.
martes, 6 de diciembre de 2016
CLUB DE LETRAS. Encuentro del viernes 25 de noviembre de 2016. Cádiz
Comenzamos
un nuevo curso reunidos en nuestro lugar habitual, con caras nuevas en las que
saltaba la ilusión del primer día, la incertidumbre por lo nuevo. Tras la
bienvenida, el Profesor Hernández Guerrero señaló de nuevo la intención de
estos encuentros: vamos a seguir aprendiendo. A continuación presentó el
cuaderno El arte de la Comunicación,
definiéndolo como un instrumento de trabajo y punto de partida, un texto para
leerlo periodísticamente, con propuestas para que resulten prácticas, con
sugerencias para formular otras preguntas a las ya enunciadas y contestarlas. A
continuación se pasó el video de la canción Gracias
a la vida y seguidamente celebramos nuestro minuto de silencio. Terminado
éste, el Profesor Hernández Guerrero señaló el interés, nuestro deseo de formar
parte del Club de Letras a pesar del mal tiempo que no impidió que nos
reuniéramos. Nos recordó el contenido de nuestro Club: la vida, que componen la
literatura, la comunicación, el amor y las gracias. Escribimos para
comunicarnos, siendo conscientes de que la literatura está conectada con las
demás artes, especialmente con la música. Por eso, este año intentaremos
reflexionar con ella.
A continuación rescató nuestro principio pedagógico para que
fueran los nuevos compañeros quienes lo completaran. Como un guiño cariñoso,
les aclaró su equivocación y nos animó a corearlo: las cosas que merecen ser hechas merecen ser mal hechas,
fundamental para mejorar la capacidad de autocrítica. Al terminar indicó que
mandaría a cada uno un resumen de lo expuesto por correo electrónico.
Luego pasamos al ejercicio de la repentización, en el que
respondimos a la pregunta qué es para ti
la vida. Antes de empezar, el Profesor Hernández Guerrero insistió sobre la
brevedad, aconsejando escribir un máximo de 10 líneas.
Como tarea, sugirió a los nuevos compañeros escribir una
carta sobre este primer encuentro, insistiendo en los sentimientos, las
percepciones de estas dos horas, teniendo presente el destinatario a la hora de
escribir. Como a los veteranos, les sugirió tener la libretilla a mano.
Las actividades del Club de Letras se han multiplicado. Por
ello el vicerrectorado facilita un autobús para el traslado a otros lugares,
tanto a mediados del curso como al final. Seguidamente entramos en el bloque
informativo sobre las publicaciones de libros, a cargo de Ramón Luque. De la
revista Speculum habló Adelaida Bordés. El Blog del Club de Letras y los Cafés
de Redacción estuvieron a cargo de Antonio Díaz. De las Tertulias Radiofónicas
habló Mercedes Díaz. De la Comunicación interna y externa se encargó Agustín
Fernández Reyes.
Terminamos este primer encuentro a las ocho en punto. El
aulario nos despidió con las notas de un trompetista que ensayaba una pieza de
jazz acompañado de orquesta.
La noche, acharolada por la lluvia, brillaba aún más.
Adelaida Bordés Benítez
domingo, 4 de diciembre de 2016
El mal humor
Tener “mal
humor” no es lo mismo que tener un “humor malo”. El primero indica un defecto
psicológico, mientras que el segundo revela una escasez de imaginación. Un
“genio” -sin adjetivos- es el artista o el científico que, por su originalidad,
por su lucidez, por su agudeza o, a veces, por su oportunidad, destaca sobre el
común de los seres humanos, sobresale sobre los hombres y sobre las mujeres
normales. Es, por lo tanto, un tipo raro, excepcional y extraordinario que nos llama
la atención y que nos causa la sorpresa. Pero, si a esta palabra le añadimos el
adjetivo “mal” o “malo”, no sólo matizamos su significado, sino que lo
cambiamos totalmente. Como es sabido, cuando afirmamos que un señor o una
señora tienen “mal genio”, no queremos
decir que es un “genio malo”, sino que posee “mal carácter” o “mala leche”;
aseguramos que es “antipático”, “insoportable”, “fastidioso” y “desagradable”.
Aclaro estas
distinciones a propósito de una de las conclusiones a las que han llegado los
especialistas que intervinieron en el Seminario del Humor que organizamos hace
ya algún tiempo: todos estaban de acuerdo en que es saludable para el alma y
para el cuerpo manifestar las sensaciones y exteriorizar los sentimientos: las
sensaciones agradables y también las desagradables, los sentimientos positivos
y también los negativos.
El que
reprime las alegrías y, sobre todo, el que guarda los malos humores, disimula
los rencores o camufla las antipatías -afirmaron- corre el riesgo de que le
aumente la presión sanguínea y de que sufra un infarto, de que padezca úlceras
de estómago, de que contraiga la gripe y hasta de que muera de cáncer. Los
sufrimientos interiores y los disgustos mal digeridos –explicaron- se somatizan
en forma de dolencia física con diferentes síntomas y de distinta gravedad. Por
eso es bueno y necesario que, de vez en cuando, hablemos, nos quejemos y
lloremos. Nuestro interior es una caldera cuya presión hemos de aflojar
liberando los buenos y los malos humores.
José Antonio Hernández Guerrero
Dignidad
“La dignidad
del puesto que ocupo me impide que atienda directamente el teléfono”. Esta fue
la respuesta que me dio la semana pasada un alto cargo político al que,
aturdido por aquel timbre impertinente, me atreví a sugerirle que lo
descolgara. Me acordé, en ese momento, de aquel obispo preconciliar que,
sentado solemnemente en su sillón, dejó que unos cerrajeros desmontaran la
puerta de su despacho porque su secretario particular no estaba allí para abrirla:
“¡Cómo Nos –exclamaba- vamos a ejecutar estas funciones”. Ahora mismo un amigo
me acaba de decir: “Yo, por dignidad, no permito que mi mujer baje la bolsa de
la basura al contenedor de la esquina”. Y un colega defiende que “para
dignificar su asignatura no tiene más remedio que suspender a la mayoría de los
alumnos”.
La dignidad es un concepto ambiguo. No depende
de las insignias que lucimos en las chaquetas o de los títulos que
coleccionamos en las vitrinas. No aumenta a medida en que crecen las riquezas,
el poder o la ciencia. No confundamos la grandeza con la magnitud; la nobleza
con el señoritismo; la importancia con la vanagloria; el valor con el precio;
el prestigio con la popularidad y la calidad con la cantidad. La dignidad no
estriba en las insignes prebendas o en los cargos honoríficos, ni el brillo de
las apariencias coincide con la sustancia de la realidad, ni el ruido de la publicidad
con las nueces de los hechos: no es oro puro todas las baratijas que relucen en
las solapas. La dignidad nada tiene en común con la jactancia, con la
presunción o con la arrogancia, sino que se encuentra, justamente, en su cara
opuesta. La dignidad humana guarda una relación directa con la integridad, con
la generosidad, con la sencillez, con la naturalidad y, a veces, con la
pobreza; depende más de la manera de trabajar que del puesto que ocupamos. Si
es cierto que las peanas altas empequeñecen las figuras, también es verdad que,
cuanto más bajitos somos más nos encantan las tarimas, los púlpitos y los escenarios.
sábado, 3 de diciembre de 2016
Un titular para un crimen. Hablilla 704.

Un
titular para un crimen
La
hablilla de hoy, sugerente y periodística, nos devuelve al reportero, al
trabajo de campo que discurre entre la incertidumbre y la aventura con mil y
una preguntas sin respuesta inmediata, a
su insistencia casi impertinente porque la hora del cierre diario le angustia y
obliga a publicar la noticia concisa y esperada por los fieles lectores,
aquellos que desde pequeños, como él, descubrieron el hechizo de la lectura en
una columna hecha de palabras, con antetítulo y título, sin ladillo donde
descansar la vista y la imaginación. Se trata de la nueva obra de M. Carmen
Orcero, por la que Ediciones en Huida ha apostado de nuevo. La conocimos cuando
firmó A la sombra de los tamarindos, una historia actual que narra el viaje
especial, inevitable y voluntario de Paloma tras el hecho que le destrozó la
vida. Luego nos sorprendió con El suave
olor de las magnolias, donde nos lleva a 1900 de la mano de otra mujer, Beatriz,
que se crió en un ambiente distinguido y burgués, que no teme a coger las
riendas de su propia familia, decisión que la obliga a crecer y a madurar
demostrando su valor. Ahora nos sorprende con Un titular para un crimen,
retrocediendo al verano de 1881.
Su lectura nos devuelve
las novelas de Emile Gaboriau, quien murió unos años antes de que el joven
periodista Vicente llegara al Diario de San Fernando con la ilusión puesta en
formar parte de la redacción, porque La Isla es el escenario donde tiene lugar
un crimen que sorprende, amedrenta y seduce a los lectores del momento, después
de que la oralidad lo extendiera en un afán de llegar pronto a otra boca. El
misterio y la intriga conforman la trama de esta novela policíaca elaborada
conforme a su esquema, que no es otro que las tres partes de una narración, es
decir, un planteamiento a partir de un enigma: el hecho y la causa por la que
se comete un crimen. El nudo lo entrelazan las circunstancias que originan las
pistas, las averiguaciones y las pruebas que llevan al desenlace, a la
reconstrucción del crimen y a la demostración de culpabilidad. La ambientación,
la difícil reproducción de la cotidianeidad a partir de la documentación
histórica y sustentada en el lenguaje de la época descubierto y rescatado de la
hemeroteca, concluyen en esta novela genuina en lo que caracteriza a su estilo:
el misterio, la investigación y la idea de justicia. En cuanto a la narración, M.
Carmen Orcero maneja con soltura el empleo de la tercera persona, con tal
destreza que convierte al narrador en personaje, el que lleva y distribuye el
peso del la historia. En un momento concreto y preciso recurre a la peripecia para
dar el giro que aboca hacia el final, donde todo encaja. Una obra que formó
parte de aquel Diario de San Fernando en forma de folletín muy especial. De
haber sido real, habría acrecentado el interés semanalmente incrementando las
ventas, fomentando una relación romántica entre el cuadernillo y la mano del
lector, una relación íntima e invisible a los otros.
M.
Carmen Orcero, una vez más, ha logrado aislarnos, meternos en ese espacio que
crea la realidad de una historia inventada, suscitando el deseo de llegar a
casa para seguir leyendo. Pero sobre todo ha conseguido transmitir y regalar el
gozo que siente mientras cuenta una historia. Gracias, Carmen, por estos ratos.
Adelaida
Bordés Benítez 27 de noviembre de 2016
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