¿Si la palabra es con la
que alimentamos la razón, podríamos tener claro que es un concepto -la palabra-
de la mente?
¿Si el silencio es con lo
que entramos en comunión con la otra, podríamos decir que estamos ante una
revelación -el silencio- del ser?
Cuestiones que me surgen
de leer “El Arte de Callar” -de José Antonio Hernández Guerrero, Biblioteca
Virtual Cervantes- Y me brota una reflexión entre el tándem que forman “la
palabra y el silencio” para conseguir una comunicación completa y esmerada con
la otra y con el entorno. Utilizando la palabra justa y acompañándola de
proporcionados y convenientes silencios conseguiremos una comunicación
autentica, siempre y cuando la persona, otro ser o el entorno estén en sintonía
con nuestro nivel de expresión y códigos del mensaje.
La
REALIDAD vs Lo REAL
Y
al octavo día, Dios nombró el Silencio
Los
seres humanos hemos sido abstraídos de lo real para ser cautivos de la realidad
y las rejas de esta prisión son el lenguaje de las palabras. En la realidad
reducimos el mundo y lo asumimos mediante la palabra. Es el lenguaje de la
obviedad, un mensaje que necesita de muchas palabras, frente al silencio que se
vale de espacios cósmicos en blanco para la observación y la escucha. Cuando el
silencio invade el lenguaje hablado, cortocircuita las palabras, colonizándolas
con lo real. El silencio busca las zonas cenicientas del habla para
procurar que las semillas de las palabras crezcan. Con este lenguaje del
silencio, se incita -al lenguaraz- en la búsqueda de la sensación del chispazo,
para que genere grietas en su realidad, que le enfoquen hacia lo real. El
silencio, es pues, la herramienta “transpalabras” con la que confrontamos y con
la que expresamos aquello que trasciende al babel de las palabras. Ya que es necesario
romper con el uso de un lenguaje libertino de las palabras, permitiendo que el
silencio fluya en nosotras y nos guie, para enmendar nuestra visión del cosmos
y, reparar en lo real.
Juan Carlos Canto Manteca
No hay comentarios:
Publicar un comentario