Voy
a entregarlo todo
a
quien desee
a
quien le antoje
a
quien merodee mi parral
a
quien ahonde en mis ideas
a
quien tienda la mano al sobrio
a
quien desee caminar.
Voy
a entregarlo todo
como
se entrega la dama a su joven amante
en
sumisas tardes de verano
con
miedos y cansancios
entre
anhelos y reparos
con
gritos y silencios
entre
suspiros y gemidos.
A
quien se anote en la lista gris
y
arrastre fútiles pecados
daré
mis pesadillas y angustias.
A
quien se anote en la lista gris
y
rebalse de cordura juiciosa
daré
mis últimas gotas de soberbia enternecida
que
aún conservo.
A
quien se anote en la lista gris
y
manifieste gala de notoria moralidad concupiscente
daré
mis últimos poemas
para
leer junto al pastel de fresa
en
tardes lluviosas de domingo.
A
quien acuda a la lista gris
con
marcadas falencias genéticas
y
una decadente manera de pensar
daré
mis bien cuidadas llagas
—que
aún me agobian—
que
son la secuela del contagio de «Treponema pallidum»
fruto
de mis viejas andanzas rutinarias por los sombríos bares de la urbe
en
la infructuosa búsqueda de una prostituta a quien amar
para
envenenar mis células con vino fermentado
por
los siglos de los siglos.
Voy
a entregarlo todo
estoy
dispuesto al mejor postor
para
el que resista la pesada cruz de mis versos
para
el que apetezca morir en un infierno
para
el que desee ahogarse en un gotero.
Doy
un «basta ya» al mundo
entregaré
todo en este instante
para
siempre.
Edgardo Benítez
1 comentario:
Dar, darse y, estar dispuesto a ello más allá de las esperanzas de recompensa, es el mayor signo de grandeza que puede alcanzar el ser humano.
Que hermoso poema tan alejado de los fastos y brocados con que se revisten otras formas de "dar o darse"
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