Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
Director: Profesor de la UCA Dr. José Antonio Hernández Guerrero
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Antonio Díaz González
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jueves, 26 de marzo de 2020

REUNIÓN CLUB DE LETRAS 6-3-20. CRÓNICA




Salón de Grados de Derecho, Campus Universitario de Jerez
6 de Marzo de 2020.


A las 6 de la tarde y tras las bienvenidas y saludos, iniciamos nuestra reunión con un minuto de silencio que nos permitió crear el clima adecuado para reflexionar, concentrarnos y así aprovechar al máximo nuestro breve encuentro.

A continuación se presentaron por parte de José Antonio Hernández Guerrero las últimas obras de nuestros compañeros: en narrativa “La memoria en llamas”, de Antñín Díaz, y en poesía las dos creaciones “Código de sanación a la naranja” y “Acrósticos y otras palabras discordantes” de Maritxé Abad y la publicación “Te lo he dicho con el viento” de Enrique Rojas.

(se adjunta, como elemento principal de esta reseña, la intervención íntegra del director del Club de Letras)

Los autores hicieron comentarios sobre sus obras y leyeron algunos relatos y poemas; asimismo los asistentes pudimos dirigirles varias preguntas, estableciéndose un interesante debate en el que destacó la idea de que la buena literatura, para convertirse en clásica, debe ser independiente de las circunstancias vitales y particulares del escritor en el momento de la redacción de su trabajo.

Esta presentación, ya convertida en tertulia se alargó un buen rato y finalizó con el reparto de ejemplares del texto “La escritura narrativa”, de referencia en este curso, a aquellas personas que   aun no lo tenían.

Finalmente nos despedimos siendo ya las 20,15 horas, hasta nuestro próximo encuentro.


Reseña elaborada por Agustín Fernández Reyes.



          PRESENTACIÓN EN JEREZ, 6 DE MARZO DE 2020
José Antonio Hernández Guerero


“La memoria en llamas”, de Antoñín Díaz

Los relatos literarios nos descubren lo que está oculto en cada uno de nosotros. Cuando poseen calidad, constituyen esa híbrida expresión del fondo íntimo del ser humano, de ese reducto “sagrado” en la que se encuentran el espíritu y el cuerpo, el pensamiento, la fantasía, las emociones y las sensaciones: la realidad y la ficción.

Los relatos literarios están situados en la intersección de la conciencia y del mundo. En contra de los que piensan que lo único digno de la literatura es el reino del espíritu y frente a los que opinan que, por el contrario, la literatura es el triunfo de la materia, nosotros defendemos la tesis de que la gran literatura es la revelación del “espíritu impuro”. Es decir, refleja ese ser humano que vive en un confuso universo de lucha, de triunfos y de fracasos.  Lo peculiar del ser humano es esa oscura y desgarrada región del alma en la que lucha el bien y el mal: el amor y el odio, la realidad y la ficción, la esperanza y el sueño, el pasado y el futuro, la luz y la oscuridad.

El alma, el espíritu, la mente o como queramos llamarla, es esa mezcla confusa de aspiraciones de eternidad y de impulsos ciegos que nos conducen a la muerte, es esa combinación de lo relativo y lo absoluto, de lo diabólico y lo divino

Estas afirmaciones tan elementales las confirman los relatos titulados Memoria en llamas, una invitación amable para que penetremos en el fondo de nuestras propias experiencias. La literatura es una senda imprescindible para descubrir y para explicar los múltiples sentidos de la vida humana.

En mi opinión, uno de los valores más importantes de este libro es el tino con el que el Antonio identifica las claves secretas de la escritura literaria. La claridad con la que nos explica los significados de esos comportamientos reales que, a primera vista, parecen inverosímiles. En este libro nos demuestra que él es ese observador atento que nos señala los comportamientos tan frecuentes que, mirados superficialmente, nos parecen extraños, fantásticos e irreales, pero que, para la mayoría de nosotros, carecen por sí solos de fuerza literaria.

¿Dónde reside -me pregunto- esta habilidad para construir estas obras de arte?

En primer lugar -respondo- en su decisión de permanecer sumergido en el fondo de la corriente de la vida con los sentidos abiertos para captar las resonancias emotivas de esos episodios aparentemente incomprensibles.  Y es que la vida humana es esa realidad que supera el pensamiento racional y los comportamientos convencionales. Y es que, efectivamente, la imaginación, las sensaciones y las emociones participan y, a veces de manera dominante, en el juego de la vida. Por eso -y esta es mi primera conclusión tras la lectura- este libro, que Antoñín apela a nuestra memoria emocional, no es, ni mucho menos, una colección de meras anécdotas divertidas sino una invitación amable para que penetremos en el fondo de nuestras propias experiencias y para que analicemos nuestros comportamientos normales y, quizás, nuestras reacciones extrañas.

         Este libro es sorprendente: eso es lo primero que hace el lenguaje literario: Sorprender. Os confieso que estos relatos me han sorprendido porque me han hecho pensar en la permanente contradicción y en la inquietante contrariedad de nuestras vidas cotidianas, y, además, me han servido para constatar las “cuerdas invisibles” que mueven esas sorprendente contradicciones de las experiencias diarias.

Todos estos relatos -poemas intensos- son unos acertijos que nos plantean interrogantes desde las primeras palabras, y generan unos incontenibles deseos de adivinar unos desenlaces que, en la mayoría de los casos, no coinciden con los finales de los relatos.

Este libro despierta la curiosidad: esa es otra de las funciones que ejerce el relato literario: despertar la curiosidad. Antonio Díaz hace gala de una amplia batería de procedimientos técnicos para despertar nuestra curiosidad, para mantener nuestra atención y para sugerir respuestas múltiples que, por supuesto, siempre se ven superadas. Sus enigmas nos hacen sentir y, a veces, hasta reflexionar y analizar las entrañas del pensamiento y las raíces de las emociones, pero siempre, además, nos provocan una sonrisa como expresión de nuestra complicidad con las delirantes travesuras: todos estos relatos generan una atmósfera de cordialidad y de “simpatía”.

¿Por qué -me pregunto- estas historias son interesantes?

Sus historias son interesantes porque son verosímiles, creíbles. Y es que, efectivamente, Antonio nos demuestra que conoce y aplica con notable destreza las técnicas del relato breve y, en especial, que está dotado de una singular habilidad para identificar el nervio íntimo que proporciona verosimilitud a la historia, pero es que, además, nos muestra su singular sensibilidad poética, su inagotable capacidad para hacer que “una cosa sea otra cosas” porque, efectivamente, él nos descubre que las punzadas no son como las libélulas, sino que “son libélulas” (p. 48).

Pero es que, además, sus relatos nos divierten, nos emocionan y nos hacen pensar. Cada uno de los relatos nos demuestra que él posee un gusto exquisito para condimentar los textos con una equilibrada proporción de procedimientos clásicos y de recursos actuales, como, por ejemplo, el dibujo escueto intensamente expresivo de los protagonistas, la cuidada selección de los rasgos que enmarcan cada historia y, sobre todo, la agilidad en el relato de unos episodios que, además de sorprendernos, nos divierten, nos emocionan y, como dije anteriormente, nos hacen sentir, soñar y pensar.

Fíjense, por ejemplo, en el veloz ritmo narrativo que, gracias al uso de polisíndeton, llega a ser trepidante y que nos contagia la ansiedad de Alinandito cuando, cubierta la cabeza con una bolsa de plástico, está a punto de asfixiarse y de caer desmayado.

Antonio posee una singular habilidad para manejar las emociones. A mi juicio, uno de los aciertos más valiosos de esta obra es la habilidad que exhibe Antonio Díaz para detectar y para manejar las emociones como factores determinantes de la expresividad literaria, la destreza para penetrar en el ámbito de los sentimientos, de los nuestros y de las personas que nos rodean, ese sistema de impulsos, a veces incontrolables, que motivan y explican la mayoría de nuestros comportamientos.

Y es que, efectivamente, como nos dice en la introducción del relato titulado “La bolsa de jabón Lagarto”, en el funcionamiento del cerebro podemos encontrar las claves de algunas de las asociaciones literarias más originales como, por ejemplo, “los extraños mecanismos que desatan los nudos gordianos de nuestras neuronas: un perfume, un sonido, una palabra… son llaves que nos liberan las escondidas vivencias de nuestra infancia”, p. 98).

Me permito ofrecer un consejo: que lean detenidamente el prólogo, antes de abordar los relatos y que, después, vuelvan a leerlo.







Breve preámbulo a los poemas de Maritxé Abad i Bueno y Enrique Rojas

A los poemas de Maritxé Abad i Bueno y de Enrique Rojas hago una introducción general y, después, unos comentarios a cada uno de sus libros:

El paraíso que vale la pena instalarse para escribir poemas es la intimidad ese recinto sagrado que nos obliga al respeto, al agradecimiento y al secreto. Para leerlos con gusto es necesario que seamos conscientes de que sus autores nos eligen como sus confidentes y como sus cómplices. Es necesario que tengamos en cuenta que en ellos Maritxé y Enrique han refugiado los latidos intensos de sus corazones y de sus entrañas. Por eso, para calar en todos sus sentidos, debemos -deberíamos- abstraernos de los ruidos que nos rodean. 


“Código de sanación” y “Acrósticos”, de Maritxé Abad i Bueno

         Defino los tres rasgos fundamentales

-    Densidad
-    Intensidad
-    Hondura

La densidad está determinada por la elevada cantidad de valores estéticos que encierra en cada uno de los poemas:

-    las imágenes en diferentes fórmulas gramaticales, léxicas y semánticas.
-    La abundancia de sorprendentes y originales paradojas.
-    Los oportunos paralelismos.

Con estos procedimientos nos descubre las esencias de comportamientos humanos, la médula de significados ocultos en palabras y en sonidos.

1.- Como ejemplo de estas afirmaciones, os animo para que os fijéis como, en el primer poema, titulado “Reeducación Vesical”, nos cuenta cómo cada órgano corporal posee individualidad, personalidad humana propia, pero se siente solidario con los demás, y, tras superar un accidente inoportuno, ofrecen y reclaman nuevas formas de ubicarse, y se esfuerzan generosamente para hacer posible la convivencia entre todos ellos. Y es que, hacer poesía, es identificar la dimensión humana de cada uno de nuestros miembros, de cada una de nuestras acciones y de cada uno de nuestros objetos. 

2.- Sí, esa es la razón profunda que explica cómo la palabra, el silencio, el gesto o la simple presencia del médico poseen el poder taumatúrgico de curar el cuerpo y de serenar el espíritu.

3.- Por eso, el despertar en la unidad de cuidados intensivos, es un grito de esperanza y, sobre todo, un himno de gratitud, una irreprimible canción de amor.

4.- Y la aplicación de la santa y milagrosa Morfina suscita una fervorosa oración, una ofrenda de agradecimiento. 

Renacer entre naranjos

1.- En “Al compás” el paisaje y el tiempo, el escenario y la acción resumen y condensan los contenidos fundamentales de la vida humana, la actividad y el movimiento -vita est in motu dice la filosofía medieval- y su paso, su paseo, por la tierra, por el suelo.

2.- En “Nuestro hogar” se recrea la atmósfera calidad generada por recuerdos entrañables, por vivencias íntimas y por proyectos ilusionantes de una vida compartida.

3.- Y el mar Mediterráneo –que encierra, refleja, proyecta y “regala” el rostro amado de la madre que vuelve a encender las llamas del amor, del dulce amor agradecido, de la luz que descubre los secretos de la vida, el misterio fecundo del momento presente:

Toda la luz nos circunda
nos devuelve al misterio
del presente que estalla








“Te lo he dicho con el viento”, de Enrique Rojas Guzmán

El comentario sobre su anterior libro Las huellas del agua lo empezaba con tres palabras, tres afirmaciones rotundas:

-    Sorpresa
-    Alegría
-    Esperanza

En este segundo libro, Te lo he dicho con el viento sólo mantengo la segunda –la alegría porque ya ni me ha sorprendido y la esperanza se ha disipado con la constatación de la realidad.              

El misterio de la poesía se produce cuando el poeta acierta orientando hacia la confluencia mágica sus diversas sensaciones de cada uno de sus sentidos, las resonancias emotivas y los ecos íntimos de sus entrañas corporales y mentales.
Cuando nos descubre los mensajes trascendentes que le dirigen cada uno de los seres de la naturaleza.

Enrique sabe que todos los seres de la naturaleza son seres animados. Todavía más: todos los elementos de la naturaleza el viento, el mar, el sol, la luna son seres vivientes dotados de sensaciones y de emociones, y que, por eso, sienten y padecen, y, por eso, hablan, gritan, callan y escuchan. Enrique conoce, además, ese código secreto con el que la naturaleza transcribe sus mensajes: su pronunciación, su gramática y su peculiar diccionario.

Por eso podemos afirmar que el Enrique es un intérprete o, mejor, un traductor que nos traslada las voces, los silencios, las palabras, las peticiones y las respuestas que esos elementos naturales nos dirigen.

Enrique escucha la voz de la naturaleza que resuena en sus entrañas: cierra los ojos y escucha, y, allí, conecta con esos sonidos y da un paso más importante: pide prestada esta voz a la naturaleza para interpretar y para proclamar el misterio de su amor, aprovecha las melodías y los ritmos cambiantes de los vientos, de las luces, de las nubes, de las mareas, de los soles y de las lunas, para dibujar “cielo infinito de tu boca”,

“Tus ojos son el solsticio del único cielo que adoro.
Tú eres la semilla de la tierra que piso.
Tú eres la gota del mar que se desangra cuando mi llanto.

Hay veces que apagas la luz de la noche
Y me traes el sol que me quema los labios. (P. 44)

Todo esto lo dice, nos lo cuenta, lo vive, con el propósito declarado de eternizar sus sentimientos, de volverlos inmortales:

“es una forma de eternidad, pues eterna es la persona sobre la que se escribe al quedar ahí, entre los versos, se vuelve inmortal. Es imposible que esa llama se apague, ya que, en caso de olvido, será suficiente con abrir las páginas del libro”.

Porque permaneces,
Entre verso y verso,
Cargada de vida.

Te lo he dicho con el viento…
Y más allá del amor, quiero decírtelo con el olvido”.

Y aquí, en esa promesa de eternidad y de olvido, Enrique nos explica el secreto de su poesía, el misterio de la existencia humana: la paradoja:

Esa contradicción permanente entre la presencia y la ausencia, entre el hueco vacío, a pesar de su pretensión de llenarlo, entre el vacío de palabra y la plenitud del silencio, entre su espíritu transgresor y su fidelidad a la promesa. No olvidemos que la transgresión encierra un aliciente y que la subversión posee el atractivo que despiertan las prohibiciones.

Este poemario es una manera de hacer justicia, de pagar una deuda y de mostrar gratitud.
Es un canto de “acción de gracias”, sí de gratitud, de amistad y de amor.

Al rumor de los mares, Océano inmenso de libertad.
   










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