Tengo dos corceles
se llaman memoria y
tiempo
sin tierra ni vendavales
son como el sentir del
viento.
Llaman sin llamar
al dolor, a la tempestad
a los sueños y a la
impotencia
a lagunas que recordar.
¿Dónde vienen mis
corceles?
a veces no los veo
andan en mis entrañas
perdidos en mis adentros.
Esos corceles lloran sin
saberlo
unen tierra y lamentos
quieren buscar refugio
pero solo hay espacios
muertos.
Esos corceles están en
los sentimientos
a veces los distraigo
otras hago no verlos
pero están hay aun sin
quererlos.
Somos los humanos,
corceles viejos
porque llevamos en los
genes fuego
de la infancia,
plastilina
que se come el tiempo.
Queremos vendarles los
ojos
que no los vea nadie
llevarlos en los
silencios
inútil, que inútil es ocultarlos.
Mañana será otro día
de esperanzas
de tormentos
y seguirá la vida
sin llantos violentos.
Nos queda el grito
callado
o las cuerdas de un
violín
que llora cada mañana
porque no tiene dueño.
Francisco Herrera López
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