Lo
que notó nada más despertarse fue la falta de movimientos, de su
postura boca abajo y balanceos provocados por una ligerísima brisa
dedujo que podría pender de algún árbol, y se percibió a sí
misma pupando, como una crisálida… Sus pensamientos la llevaron a
recordar la evitación de pequeños espacios, su negativa a hacer uso
de ascensores, y regresó a su mente la percepción de espacio
pequeño que era para ella su casa. Ahora, que no podía moverse,
que estaba atada y pendía de algo, en algún lugar que parecía un
gran espacio abierto, lloró por lo lento que transcurría el espacio
tiempo. Le quemaba la falta de espacio. Cuando partió hacia el
espacio buscando ampliar horizontes, jamás pensó en verse
prisionera de un gusano espacial en un perdido planeta de tantos
planetas desconocidos que ocupan un espacio en el perdido y lejano
espacio exterior. El hilo que la sostenía, balanceaba su cuerpo
entre muy corto espacio, que a ella, en ese instante, le parecía
infinito.
©
Mercedes del Pilar Gil Sánchez
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