Entre tus ramas desnudas
juguetea el tibio sol,
desnudez clara y sencilla
por la que pasa el calor
de las tardes del invierno,
las de dorado candor
que, con pausada cadencia
me traen lecturas y amor.
Tu tronco firme y huesudo
está esperando la voz
¡Que se ha acabado el invierno!
pues el frío ya cedió.
¡Que pase entonces la vida!
Y la sabia así broto,
primavera entretejida
de espeso e intenso verdor.
Y las mañanas de estío
tú, las llenas frescor
con ese denso follaje
de sombras y de ilusión.
Otoño calmo y sereno
para desprender tu flor,
sembrándolo de la vida
que el viento un día llevó.
Al árbol que se asoma al mar tras mi ventana.
Manuel Bellido Milla
No hay comentarios:
Publicar un comentario