En el oscuro vacío, a la inimaginable distancia de 40
años luz, se ha descubierto un grupo de planetas girando alrededor de una
estrella, como ocurre en nuestro viejo y conocido Sistema solar. Alguno de
estos astros puede –quién sabe- albergar alguna forma de vida.
Un equipo internacional de astrónomos llevaba meses
discutiendo y corrigiendo sus cálculos e hipótesis sobre por qué la minúscula
luz que nos llega desde ese lejano sol se atenúa y vuelve a brillar, una y otra
vez, y han concluído que son esos planetas orbitando, invisibles incluso para
los potentes telescopios, que tamizan periódicamente ese brillo a su paso.
Desgraciadamente estos cuerpos celestes, con o sin
vida, están tan lejos, que lo mejor de la noticia es que hombres y mujeres de
Ciencia, que viven en diferentes países y hablan lenguas distintas hayan
renunciado a sus postulados erróneos, reconocido los aciertos de sus rivales en
el debate y nos transmitan la esperanza de que –si se quiere- es posible
avanzar.
Agustín Fernández Reyes
Agustín Fernández Reyes
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