Foto Juan Moya
Cuánto loco. Hay
locos de guión sin gloria y sin colina. Locos que gozan con el roce de los
gatos de una venta, de mirar otras locuras desde un palco del Falla o de
perseguir a otros locos quiñoneros por la Caleta. Hay locos que miran la costa
con la mano por visera, sin miedo a que haya moros. Hay locos a los que gustan
los papeles, para envolver adobo, churros o salir en ellos. Hay locos que se
acercan a los presos, qué locura. Hay locos con la piel fina ante injusticias y
dura ante el poder. Hay locos que desafinan, pero matarían por cantar habaneras
como Carlos o tocarlas como Paco. Hay locos sensatos, con una cordura que
maldita la hora en la que no se nos contagia. Hay locos con las manos lastradas
de sensatez, por eso gustan de teclas y no de aspavientos. Hay locos que
conocen el estrecho y sus corrientes, de este a oeste y de sur a norte. Que
saben de poder y de poderío, de puertos y de portes, de bases, de morones y
rotas, ya sin melón, ni calabaza, ni tomate ni sandía. De desamortización, de
peones de la historia y sus caciques. De pueblos. Hay locos con gafas
transparentes y lúcidas, mientras los demás las llevamos empañadas. Hay locos…
o quizás no tantos, quizás solo sea uno. Un loco del sur. Loco por el sur. Su
sur.
Antonio Díaz González
Algeciras, 12 de mayo de 2017
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