Stamnos de Vulci decorado con el episodio de la
Odisea de Ulises y las Sirenas (S. VI a.C.)
ULISES
Háblame, Ulises, varón de multiforme
ingenio, mentiroso y arrogante como un dios. Cuéntame, -que no frene tu lengua
ningún muerto-, tu larguísimo peregrinar. Háblame, Ulises, de tu odisea
alrededor del universo. Viaje inútil el tuyo, pero imprescindible para tu gloria
inmortal. Antes de comenzar el periplo, ya sabías que el mundo residía en tu
alma. Fue tu bravo corazón el que ideó el barco y el camino y te empujó al mar.
El mar eres tú también, Ulises, es otra parte de ti, lleno de furia y de peligrosas
contradicciones y angustias, como tu ambición. Tal vez el miedo te hizo dudar,
pero tus ansias de fama pudieron más que tus reservas ante la soledad y el
silencio que te acompañarían. El resto de la humanidad no importa cuando se
trata de enfrentarse y vencer en esa lucha contra el enemigo incierto que es la
conciencia de los hombres.
Háblame, Ulises, de los misterios que
has desvelado, descríbeme esa epopeya que encierra cada suspiro. Relátame,
aunque sea con versos, intrépido viajante, tu infinito navegar hasta el fondo
del misterio. Háblame del insomnio que te atormentó bajo el cielo estrellado, enumérame
las tormentas de ira y rencor que te acongojaron el corazón. Tal vez, si
hubieras llorado, este viaje en busca de la patria, habría sido más breve y
placentero. Ya sabes que las lágrimas ablandan la razón, entonces vemos más
lejos y con más claridad, porque nos guía la intuición y el hambre de amor, mas
tú solo te quieres a ti mismo, Ulises, el solitario.
Pero los héroes no lloran, solo por
eso nunca llegaste a Ítaca. Allí donde desembarcaste eras un extraño, no era la
tierra que te vio nacer y te amamantó, ni tú te reconociste sobre el antiguo
trono de tus antepasados. Tu esposa, Penélope, no era la mujer que dejaste y tu
hijo te confundió con un extraño Y es
que las patrias, Ulises, están dentro de nosotros, van con nosotros y nos
modelan el alma y el corazón. Las patrias son los recuerdos, Ulises, y tú
renunciaste a ellos en pos de la inmortalidad. Tampoco yo te reconozco, eterno
viajero de mi inquietud y de mis miedos, que insistes, un día tras otro, en
arrojarme al mar del olvido, donde las olas, siempre, te arrastran hacia la
infelicidad.
Ramón Luque Sánchez
1 comentario:
Ramon, magnifico el poema y tu fabula sobre Ulises.
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