59.- La paz no es sólo calma sino, también, lucha
Para comprender el amplio
y el rico significado de la palabra “paz” podemos recordar las ideas, las
sensaciones y los sentimientos que experimentamos cuando, por ejemplo, en una
tarde de otoño, paseamos tranquilamente por la campiña, por la orilla del mar o
por una montaña solitaria. ¿No es verdad que nos da la impresión de que el
bienestar y la felicidad tienen mucho que ver con esa quietud, con esa
tranquilidad, con esa calma y con ese sosiego que nos resultan tan agradables?
Pero hemos de evitar la
tentación de pensar que la paz es sólo eso: quietud, tranquilidad, calma o
sosiego. Si prestamos atención, podremos observar que, incluso en esos paisajes,
hay movimientos y sonidos, hay trabajo y lucha, hay luces y sombras: hay, sobre
todo, vida. ¿Por qué –nos preguntamos-, sentimos esas sensaciones placenteras a
pesar de esos cambios, a veces bruscos, a pesar de que cada elemento trabaja
duramente y lucha de manera esforzada por sobrevivir, por defenderse y por
crecer.
Porque en esos lugares
reina el orden, la armonía, el equilibrio, la cohesión y la unidad. Si seguimos
prestando nuestra atención, es posible que podamos aprender de esos paisajes unas
lecciones importantes que nos ayuden a encontrar los caminos que nos conducen a
nuestra paz individual y a nuestra paz colectiva. Sí, yo estoy convencido de
que las claves de la paz nos la ofrece la naturaleza y, sobre todo, los seres
que están dotados de vida: las plantas y los animales. Podemos decirlo también
de otra manera: somos los seres humanos los que, con nuestros comportamientos
irracionales e inmorales, injustos e insolidarios, impedimos que, en nuestro
mundo, reine la paz. Somos nosotros, los seres humanos, los que hacemos que el
mundo sea inhumano. Somos nosotros los que, actuando en contra de las leyes de
la naturaleza y de la racionalidad, desbaratamos el orden, rompemos la armonía,
destrozamos el equilibrio, trituramos la cohesión y fragmentamos la unidad.
José Antonio Hernández Guerrero
1 comentario:
Eso es, hay que ejercer una fuerza que equilibre los opuestos para alcanzar la armonía. Todos somos responsables de crear paz.
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