58.- La paz
Permitidme –queridos
amigos- que reitere mi felicitación a los creadores, a los organizadores y a
los profesores de los talleres de la paz, y que, además, transmita mi sentida
enhorabuena a los que han tenido la suerte de participar en las jornadas
celebradas en San Pablo de Buceite. ¿Recordáis que en mi análisis sobre la
importancia de estas jornadas, partía del supuesto de que la paz es una meta
que no nos viene dada, no es un regalo gratuito, sino una lección que tenemos
que estudiar, una asignatura que tenemos que aprobar, un objetivo que exige que
trabajemos, un bien cuya adquisición requiere mucha constancia y la aplicación
de principios morales y el ejercicio de múltiples habilidades psicológicas y de
diversas técnicas sociológicas?
Hemos de tener claro,
además, que la paz es un bien frágil que nunca lo conseguimos del todo, que se
debilita con facilidad y que, al menor descuido, lo perdemos porque son
numerosos los obstáculos que hemos de saltar, los impedimentos que la
imposibilitan y los enemigos que la atacan.
Con la paz ocurre algo parecido a lo que nos pasa, por
ejemplo, si nos caemos al mar o a un río profundo: que si paramos de nadar, nos
hundimos. O cuando montamos en bicicleta: que si dejamos de pedalear, nos
caemos. O incluso con el motor de una moto, de un coche o de un tractor que, si
no le echamos gasolina, se para. Fijaos –queridos amigos- en la fuerza con la que
el Papa Francisco ha titulado su Mensaje para la celebración de la 49 Jornada Mundial
de la Paz: “Vence la indiferencia yconquista la Paz”.
José Antonio Hernández Guerrero
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