Los libros que, obligan a pensar, tardaron años en
ser descubiertos, triste realidad.
Les tenemos miedo a nuestros pensamientos, porque
nos devuelven una realidad palpable.
No llames a nadie, cuando tú descubras quién eres,
no te harán ningún caso.
La realidad es azul a veces y la enmascaramos en
marrón, casi siempre.
La realidad se nos viene encima, cuando oímos llorar
a un niño.
El poeta, es fiel a la palabra y no oculta sus
temores, es por ello, que leer poesía, es de minorías.
Tardamos toda nuestra vida en tratar de conocernos a
nosotros mismos, y la gran mayoría, nunca lo conseguimos.
Si amamos, defendemos y llevamos orgullosos la
bandera de la realidad ¿dónde quedan nuestros sueños?
Cada semana espero un escrito de un amigo, que me
hace sentirme humano.
Nuestra edad, se encarga de recordárnoslo cada
mañana, el espejo de nuestras arrugas.
Leer un artículo, que nos enseña algo de lo mucho
que desconocemos, produce una intima y sutil emoción.
Las personas que, aparentemente sanas, ven la
enfermedad en los demás como algo lejano, tienen una ceguera importante.
Hay tantos hechos, recuerdos e historias en cada
persona, que, escribir su biografía real, es tarea inútil.
Casi siempre una chaqueta, impiden ver al hombre que
es en realidad.
La sabiduría que hay en los libros, son experiencias
de la vida, que nos cuestan aprender y ser humildes ante sus evidencias.
Francisco Herrera López. Marzo
2016.
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