Foto
de la plaza de de Espoz y Mina, Cádiz. La imagen está tomada a principios del
siglo XX,
pocos años después de la fecha a la que alude el texto.
Fuente:
https://cadizspain.wordpress.com/tag/fotos-antiguas-de-cadiz/page/10/
Las señoras,
adecuadamente engalanadas, acompañadas de sus esposos, saludaban corteses a los
conocidos, mientras pequeñas pandillas de chiquillos correteaban entre el
gentío empujando enormes aros de madera, saltando a la comba, o deleitándose
relamiendo los barquillos y pirulís de la Habana, pregonados desde los puestos
ambulantes.
Había grupos de
militares vestidos de gala, hombres de negocios con aspecto serio e impecable,
muchachas elegantes de la burguesía paseando en pequeños grupos que, se
mostraban seguras y atractivas ante la mirada de los caballeros más jóvenes;
cigarreras de la fábrica de tabacos exhibiendo su desparpajo y descaro, sin
arrugarse al paso de las señoritas de buena familia, trabajadores del muelle
sacados de contexto enfundados de domingo, armadores de las navieras más
conocidas, cuyas señoras, lucían los últimos modelitos de París, afincados
banqueros de la localidad con sus aires aristocráticos, bodegueros de las
puertas de tierra, capataces con imponentes guayaberas blancas fumando sus
enormes puros de Filipinas, chicucos de
los almacenes con los ojos muy abiertos, niñeras que empujaban carritos a dos
pasos de sus señoras, políticos del ayuntamiento que rondaban con disimulo a
los hombres de negocios, soldados y marineros acompañando a las marmotas,
clérigos con sotana en actitud paternal, comerciantes prósperos de efectos
navales mezclados entre el gentío, vendedores de la plaza de abastos,
funcionarios de la aduana saludados a cada paso, tampoco faltó el grupo de
ingenieros y directivos de los negocios más prestigiosos: la Compañía Ibérica de Redes Telefónicas, la Compañía
de Ferrocarriles Andaluces y el Dique
de Matagorda de la compañía Trasatlántica. Y como no; esa mañana también se
citaron un sin fin de mariscadores caleteros y de Puntales pregonando los
camarones y las moras o bocas de la
Isla. Todo Cádiz sin excepción estaba allí como tantas veces, y esa mañana
también. No en vano, había concierto de la banda de música de infantería de
marina, lo que era un acontecimiento de primer orden en la ciudad. Tampoco
faltaron a la cita, el agradable calor del mediodía y el viento de levante tan
gaditano como todos los que más.
Manuel Bellido Milla.
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