Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
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sábado, 28 de abril de 2018

Sobre mentalidades y el paso del tiempo





Imagen obtenida del blog: https://elobservadorenlinea.com

No hace mucho tiempo asistí a una reunión importante con cierto aire institucional. El lugar, además de esplendido y conocido, esta vez me resultó un tanto apagado, incluso recargado, casi melancólico y, tal vez, en todo caso, museístico de tintes barrocos y relucientes dorados que, como orlas sujetas a los grandes lienzos de los antiguos mandatarios allí exhibidos, en este caso, un poco deslucidos bajo una patina traslucida y descolorida, figuraban como personajes estáticos que hablaban de otro tiempo que, precisamente, no fue un tiempo mejor.

Por el formato de la reunión tampoco pareció pasar el tiempo, quiero decir, que el tiempo precisamente se había encargado de arrollar al formato de la reunión, al igual que hiciera con la patina de los gigantescos oleos de la vetusta pared. Sin embargo ¿Cómo no? hubo frescos e interesantísimos mensajes, y mucha inteligencia desplegada por alguno de los oradores ajeno a la institución, eso solo, ya hizo que mereciera la pena haber asistido a ella. Menos mal.

Hubo otros mensajes también, en este caso mucho más acordes con el contorno y el formato, y por tanto, tan descoloridos y ¿Por qué no decirlo? tan anacrónicos, como las imágenes de los mencionados oleos, mensajes por los que parecía no haber pasado la vida, señales de rechazo a la vitalidad por su rigidez, palabras tan recurrentes como archiconocidas y pertinaces, y lo peor de todo, imágenes que nos invitaban sutilmente a vivir una especie de inactiva insatisfacción frenada, quizás, por la autocomplacencia, en todo caso, de reafirmación tenaz, sin caer en la cuenta que cuando una formula no funciona, hay que cambiar de formula, de estrategia, y probablemente, incluso de perspectiva con la que visionar la realidad que, casi siempre, se obstina en ser tan tozuda como cambiante, poliédrica y llena de matices.

Reflexionando de vuelta a casa, me llegó a la mente la paradoja que a veces, parece abrazar a ciertas formas muy consolidadas y locales de percibir el mundo, pues por un lado, desde estas mismas mentalidades, se abraza el discurso, más que el deseo, de proyectarse universalmente y, por otro, dan la impresión de nadar en ausencia de la apertura y generosidad intelectual necesarias, para asumir, comprender y querer al diverso, y por supuesto, al que no comparte contigo tu misma visión del mundo, ni tus costumbres, incluso ni tu lengua.

Mi pequeño relato que quiere ser positivo, lo es por ello a modo de crítica, precisamente por eso señalo a la zona de confort mental como el complaciente enemigo a combatir, si no queremos ser arrastrados por el paso del tiempo, por esto mismo y, con la máxima humildad, quiero hacer una reflexión enfocada a la acción y no solo a la descripción o valoración. En este sentido propongo reflexionar sobre el papel que nos corresponde al proyectarnos allende los mares, eso, creo, que necesariamente implica compartir con la otra orilla, deshacerse de juicios previos, comunicar con ella, abrazarla, sentirla y quererla en su más ancha expresión del concepto y del deseo de sentir junto a las personas del otro hemisferio, también, y de igual forma, con aquellos hemisferios nuestros mucho más cercanos, tan cercanos geográficamente que nada nos separa de ellos, salvo la incompetencia, la inmovilidad o la obstinación.

Hoy, debería resultar relativamente fácil esa comunicación, dada la proliferación de medios audiovisuales que nos acercan a la otra parte y no solo del mundo, sino a la otra parte: al otro, en su sentido más amplio. Solo queda entonces la voluntad hacerlo en el ánimo de compartir vida, nuestra vida y, no digo nuestra en sentido posesivo, sino en sentido extensivo. Lenguaje para la vida como condición necesaria aunque en ningún caso suficiente.

Simplemente añadir, que a mi modo de ver, el deseo de vivir junto al otro ha de ser más intenso que pregonado, más real que retórico, y más natural que institucional, sin dejar a un lado por ello su publicitación, las formas y el fondo de ese deseo y, el apoyo de las instituciones, todos ellos tan necesarios como deseables.

Finalmente y como extracto resumen, me quedé con un mensaje positivo en aquella ¾discúlpenme el atrevimiento¾ alambicada reunión. Dicho mensaje hablo y me habla a mí de forma clara sobre el lenguaje y la vida: el lenguaje está hecho para la vida, pues, a través del lenguaje, nos llegan los pensamientos, los sentimientos y las emociones.

Gracias profesor.


      Manuel Bellido Milla.

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