Tras
de mi, el bullicio, el gentio
ante
mis ojos, un lienzo.
Araña
el viento al cielo, dibujando un pentagrama,
se
zarandean jubilosos los brazos
de
los vigilantes sempiternos de las estrellas
al
son de esta partitura.
El
goteo ritmico e incesante
de
los hilos cristalinos que paren la nubes
esconden
el ocaso del tiempo.
Corre
el arroyuelo, negándole su empeño
corre
por la pendiente,
desafiando
a ésta
en
su desespero, por encontrarse con el mar.
Esperando
éste, el ansioso enlace
se
levantan en danza sus olas
enrrocándose
a ritmo de gong,
golpean
éstas la alfonbra dorada
de
infinitos granos de arena,
a
cuantos más golpes, más firme ella.
El
piar de los dueños del aire,
obliga,
al descanso de la escala musical
toda
una sinfonia
Se
distrae mi mirada
ante
el hermoso color de una bella y descarada flor
que
se impone en el paisaje
dándole
descanso a mi vista
dándo
paz a mi interior
Alzo
la vista, todos mis sentidos dispuestos
ante
tan magno cuadro
Pssssssssssss,
oigo, a los que no hablan
oigo,
a los que no tinen voz
oigo,
al silencio.
Maria Chamorro
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