BREVE Y PROFUNDO: María
Jesús Rodríguez Barberá
Por
Ramón Luque Sánchez
A
veces, nos encontramos con escritores de una vocación tardía. Despiertan a la
Literatura en la madurez, después de una vida dedicada a otros menesteres, y lo
hacen aportando originalidad y calidad. Tienen prisa por publicar,
probablemente porque tienen mucho que decir. Este es el caso de Mª Jesús
Rodríguez Barberá, a quien va dedicada esta entrevista. Ella pertenece al Club
de Letras, al Ateneo de Cádiz y a la Tertulia Río Arillo.
Mª
Jesús, irrumpes en la Literatura con “Despedida a la llanera”, una novela en la
que combinas ficción y realidad, creas así una historia novelada en la que,
además, introduces el mundillo de internet, hoy muy normal, pero en el momento
en el que es publicada, 2004, no lo era tanto. ¿Qué te empuja a escribir a una
edad en la que la gente piensa ya en la jubilación?
R.-
Antes, jamás había escrito un verso, a pesar de tener memorizado muchos. Me
gustaba la poesía desde pequeña. Puedo decir que lo que me empujó a escribir
fue “la poesía del mundo virtual”. También coincidió con que pasaba el día solo
en casa. Así fue como, sin dejar el “plumero” (pese a que estudié Enfermería,
he sido esencialmente ama de casa), me fascinó la “pluma”, a pesar de mis años.
P- Toda obra publicada guarda dentro de sí una
historia personal que muchas veces atrapa al autor, ¿cuál es la historia de
“Despedida a la llanera”?
R.-
Es la búsqueda a través en Internet de mi hermano, que hacía 20 años se había marchado
a Venezuela, obligado por un asunto doloroso. Lo que narro son hechos reales,
pero muy novelados. En ella destaca la amistad en las redes, que en aquello
tiempos estaba muy desprestigiada. También, como en toda novela, aunque sea
realista, no falta amor, frustración, desesperanza, muerte, fraternidad,
desprendimiento, alegría, angustia…
P
-Imagino que antes de dedicarte a escribir fuiste una gran lectora, de lo
contrario no se comprende tanta calidad literaria, ¿cómo fue tu relación con el
mundo de los libros antes de ponerte a escribir?
R.-
Esencialmente, la lectura. He leído según el momento personal por el que
pasaba. En mi época de estudiante recuerdo “La Regenta”, “El Quijote”, “La Celestina” “Ana Karenina”, Guerra y
paz… Durante otra época, los libros de
espiritualidad de diversas religiones, sobre todo del Jesuita hindú, Antony de
Melo, destacando de este autor, “El Canto del Pájaro” También las
biografías de grandes personajes me cautivaron. En cualquier caso, la lista
sería interminable.
P
- Determinante en tu obra, ha sido Safo de Lesbos, a ella le dedicas tu discurso
de ingreso en el Ateneo de Cádiz, y su nombre da título a tu primer poemario:
“La décima musa. Safo de Lesbos”, premiado en 2005 el prestigioso Certamen
Internacional de Poesía Ana de Valle, de Avilés. ¿Qué te ha aportado su figura
para dedicarle tantas páginas?
R.-
Me impresionó que esa primera poeta del mundo occidental, contemporánea del
profeta Isaías (VI a. C.), escribiera esos sentidos y emocionantes versos
líricos, como si los hubiese escrito cualquier poeta romántico de ahora, cuando su referente era la
poesía épica. Primero leí sus estrofas sáficas. Me encantaba descubrir y
resucitar tipos de poemas y estrofas casi olvidadas. Entre ellas me llamó la atención la sáfica por su acentuación más
complicada y por su musicalidad, lo cual supuso un reto para mí.
Inevitablemente, quise saber más sobre su autora, a la que principalmente se la
conoce por sus tendencias lésbicas. Me pareció injusto que tan magnífica poeta,
a la que Platón llamó “La décima musa”, no tuviese un reconocimiento lírico como
se merecía. Su condición sexual en aquella época era irrelevante, ya que
cualquier amor estaba permitido tanto en hombres como en mujeres.
Fueron
siglos después cuando condenaron sus libros a la hoguera por considerarlos
inmorales, con lo que nos queda muy poco de su obra.
P
- Gran parte de tu obra poética está escrita en estrofa sáfica, ¿no está demasiado
antiguo el escribir utilizando este tipo de versos y estrofas?
R.-
En absoluto. Tampoco la consideró así el jurado que me premió y publicó el
poemario, “LA DÉCIMA MUSA”, escrito en estrofas sáficas.
P
- Dentro de tu producción literaria, hay una obra que a mí me gusta especialmente,
hablo de “Lágrimas escondidas”, una historia novelada por encargo, en la que
das voz a una mujer que no sabe escribirla ni darle forma. ¿Cómo fue la
experiencia de meterte en la piel de otra mujer para contar tanto dolor?
R.-
Buena pregunta… Si te digo la verdad es lo que más trabajo me ha costado
escribir, sobre todo porque al ser un encargo, no escribía de mis sentimientos
y vivencias, sino que era la vida de una persona extraña. A veces me estremecía
de que hubiese personas tan malvadas. Yo misma me asombro al leerla ahora, de
cómo pude plasmar tanta crueldad y dolor, y a la vez que mantuviera el interés
en todo momento.
P
- A lo largo de los años, los premios, reconocimientos y publicaciones se
suceden. ¿Qué sientes si echas la vista hacia atrás?
R.-
Satisfacción… Mucha satisfacción porque he visto recompensado los esfuerzo y
estudios poéticos de esos primeros años. Cuando leo mi obra, veo la diferencia (no lirica ni temática), de aquellos
primeros poemas y los de ahora, sobre todo en calidad métrica y estilística.
P
- Al tiempo que escribes, empiezas a pintar. Fruto de estas dos vocaciones es
tu libro “A Pluma de gaviota”. ¿Qué representa esta publicación en el conjunto
de tu obra?
R.-
Efectivamente, nueve años después de escribir, tras asistir a una exposición
del profesor Ángel Torres Aleux, quise empezar una nueva aventura con los
pinceles. Un día coincidí con el que luego fue mi querido profe y decidí acudir
a sus clases. Mi deuda con él es enorme. En mi último poemario publicado “A
Pluma de gaviota”, preparé un “doblete”: una exposición al óleo y la presentación del libro. Cada poema iba
precedido por una foto de mis pinturas, con lo que uní mis dos hobbies
favoritos que se complementan. Como decía Leonardo Da Vinci: “La pintura es
poesía muda; la poesía, pintura ciega”.
P
- Si tuvieras que salvar algo de tu obra literaria, ¿con qué te quedarías?
R.-
Sin dudarlo, la novela “Despedida a la llanera”. Con ella pude, de alguna
forma, hacerle saber a mis paisanos la verdad de todo lo ocurrido con mi
hermano, y así, informar bien al mal informados o malintencionado, que también
los había. Solamente podía hacerlo con mi pluma. Fue un acto de justicia. Se lo
debía.
P
- A estas alturas de tu vida, ¿de qué autores te muestras deudora?
R.-
De todos, clásicos y modernos, pero a ninguno en especial porque mi principal
fuente de inspiración han sido los grandes maestros de un foro de internet que
me iniciaron en “La auténtica poesía”. También estoy en deuda con Juan Mena y
Manuel Pérez Casaux, grandes poetas de la Tertulia Río Arillo.
P
- Sin pensarlo dos veces, di el nombre de un libro, un poema y un pensamiento
que te acompañen en la vida.
R.-
¿Un libro?: “JUA RAMÓN Y YO” del escritor y poeta, Antonio Bocanegra.
¿Un
poema?: “POEMA DEL RENUNCIAMIENTO” de José Ángel Buesa. No es el poema que
considero más bueno, pero es de los que me sé de memoria antes de intentar ser
poeta.
¿Un
pensamiento?: “No importa los años de la vida… importa la vida de esos años”
P
- ¿Qué te aporta el Club de Letras como escritora?
R.-
Últimamente, por causas de salud, no he asistido mucho, pero no he dejado de
estar en contacto y de publicar en Speculum. El Club de letras me aporta: Ilusión, amistad,
fuente de sabiduría, autoestima, y la esperanza de que nunca es tarde para
nada… porque según palabras de Don José Antonio, “lo que merece ser hecho,
merece ser mal hecho”.
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