Carpe diem
Horacio.
Odas, I,
II
No
preguntes -no es lícito- los plazos
que
a ti, que a mí, Leucónoe,
nos
han dado los dioses,
ni
consultes las tablas babilonias.
¡Cuánto
mejor es recibir con calma
cualquier
cosa que ocurra!
Quizás
muchos inviernos,
o
quizás uno solo, guarda Júpiter
para
domar en los acantilados al bravo mar Tirreno.
Bebe
tu vino, y en el breve espacio
de
la vida no pongas
una
larga esperanza.
Mientras
hablamos, envidioso, el tiempo
huye:
goza el ahora
y
no confíes mucho en el mañana.
Traducción de Esteban Torre
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