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¿Para
qué escribimos?
Para
vivir nuestras vidas
Si
examinamos con atención nuestros comportamientos cotidianos, es posible que
lleguemos a la conclusión de que, sólo en circunstancias excepcionales, somos
conscientes de quiénes somos, de la edad que tenemos, del papel que ejercemos y,
sobre todo, de cómo somos vistos por nuestros familiares, convecinos y
conciudadanos. Hemos de reconocer que, aunque sabemos que la conciencia es la
facultad definidora del ser humano, la ejercitamos de forma intermitente,
parcial e insegura.
La mayoría de las
actividades de nuestros órganos corporales son automáticas e inconscientes. Las
actividades de nuestros órganos corporales son automáticas e inconscientes
-
La adaptación de las pupilas a la luz
-
El ritmo cardiaco a las necesidades de
oxigenación
-
Los movimientos de cada músculo al andar o
al correr
- La expresión del rostro cuando estamos
alegres, tristes, esperanzados o temerosos.
¿Crees que exagero si te
digo que frecuentemente vivimos fuera y, en ocasiones, lejos de nosotros
mismos? Lejos
-
De nuestra edad
-
De nuestro espacio y, también,
-
Ignorando nuestras cualidades reales y
nuestras carencias más importantes.
Esta constatación -querida
amiga, querido amigo- pretende animarte para que sigas escribiendo.
La escritura es un
ejercicio de permanente búsqueda de nuestra identidad, y está impulsada y
dirigida por el deseo de encontrar nuestra imagen individual, por la voluntad
de dibujar nuestro propio retrato, por las ganas de poner de manifiesto ese
algo único e irreemplazable, ese modelo personal de vida humana.
José Antonio Hernández Guerrero
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