Propercio
Elegías, 2, 27
¡Y preguntáis, mortales,
la incierta fecha del cortejo fúnebre,
y por qué vericuetos
se acercará la muerte!
¡Y, en el cielo sereno,
indagáis con los cálculos Fenicios
cuál es la estrella buena
y cuál la estrella mala para el hombre!
Cuando a pie perseguimos a los Partos,
y en nave a los Britanos,
duros son y sombríos
los caminos del mar y de la tierra.
Y deploramos que nuestra cabeza
dependa de las turbas,
cuando entremezcla Marte a los soldados,
que confusos contienden.
Y tememos, también,
el fuego y la ruina en nuestras casas,
y que llegue a los labios
una negra bebida.
Sólo el amante sabe
cuándo debe morir, y de qué muerte;
y no teme los soplos
del Bóreas ni la guerra.
Y aunque ya esté sentado entre las cañas
de la laguna Estigia,
viendo las tristes velas
del barco del infierno,
si la voz de la amada
le volviera a llamar, retornaría,
recorriendo un camino
que la Ley no permite.
Traducción de Esteban Torre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario