Crítica a la homeopatía, elogio a los homeópatas.
Si bien es cierto que la homeopatía no se basa en los fundamentos
científicos de la medicina convencional y que su eficacia es continuamente
cuestionada, muchas personas que han superado sus dolencias y algunos
profesionales de la Medicina siguen insistiendo: “Ciencia o no, la gente se cura”
La Homeopatía sostiene que aquello que provoca la enfermedad,
a dosis muy atenuadas, también puede combatirla. Este principio, parecido al de
las vacunas, es la columna vertebral de esta ciencia (o pseudociencia,
según sus críticos) desde hace ya dos siglos.
Recientemente, las Universidades de Barcelona y Valencia han suspendido
su Máster de Homeopatía por falta de rigor científico, ya que la comunidad
médica mayoritariamente atribuye estas supuestas curaciones a la autosugestión
del enfermo –el llamado efecto placebo-
o a las propias defensas del organismo, por causas ajenas al tratamiento. No
puede ser de otra manera –sostienen- ya que la dilución del principio activo es
tan alta que su presencia es químicamente indetectable en los medicamentos
homeopáticos.
Pero muchas opiniones, algunas muy prestigiosas,
defienden que la Homeopatía sigue curando. Propongo algunas razones que pueden
explicar este éxito en determinadas dolencias, como alergias, problemas de piel,
dolores crónicos o desórdenes alimentarios. Primero, el acercamiento del médico
al paciente desde una perspectiva integral, averiguando su modo de vida: costumbres,
ejercicio, dieta, preocupaciones... En largas entrevistas, los buenos homeópatas
establecen un diagnóstico certero, imposible de conseguir en las breves citas
de la medicina convencional, que además suele abusar de su enfoque
compartimentado tratando los distintos órganos del cuerpo como elementos
independientes. Segundo, se recomiendan cambios en hábitos, posturales,
dietéticos, incluso mentales.
Finalmente, se recetan ciertos comprimidos,
probablemente inútiles desde el punto de vista científico, que provocan en las
personas enfermas una confianza crédula, de efectos benéficos, y en algunos
casos, espectaculares.
Agustín Fernández Reyes
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