Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
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viernes, 10 de junio de 2016

Crítica a la homeopatía, elogio a los homeópatas.

    




 Crítica a la homeopatía, elogio a los homeópatas.



Si bien es cierto que la homeopatía no se basa en los fundamentos científicos de la medicina convencional y que su eficacia es continuamente cuestionada, muchas personas que han superado sus dolencias y algunos profesionales de la Medicina siguen insistiendo: “Ciencia o no, la gente se cura”

La Homeopatía sostiene que aquello que provoca la enfermedad, a dosis muy atenuadas, también puede combatirla. Este principio, parecido al de las vacunas, es la columna vertebral de esta ciencia (o pseudociencia, según sus críticos) desde hace ya dos siglos.

Recientemente, las Universidades de Barcelona y Valencia han suspendido su Máster de Homeopatía por falta de rigor científico, ya que la comunidad médica mayoritariamente atribuye estas supuestas curaciones a la autosugestión del enfermo –el llamado efecto placebo- o a las propias defensas del organismo, por causas ajenas al tratamiento. No puede ser de otra manera –sostienen- ya que la dilución del principio activo es tan alta que su presencia es químicamente indetectable en los medicamentos homeopáticos.

Pero muchas opiniones, algunas muy prestigiosas, defienden que la Homeopatía sigue curando. Propongo algunas razones que pueden explicar este éxito en determinadas  dolencias, como alergias, problemas de piel, dolores crónicos o desórdenes alimentarios. Primero, el acercamiento del médico al paciente desde una perspectiva integral, averiguando su modo de vida: costumbres, ejercicio, dieta, preocupaciones... En largas entrevistas, los buenos homeópatas establecen un diagnóstico certero, imposible de conseguir en las breves citas de la medicina convencional, que además suele abusar de su enfoque compartimentado tratando los distintos órganos del cuerpo como elementos independientes. Segundo, se recomiendan cambios en hábitos, posturales, dietéticos, incluso mentales.

Finalmente, se recetan ciertos comprimidos, probablemente inútiles desde el punto de vista científico, que provocan en las personas enfermas una confianza crédula, de efectos benéficos, y en algunos casos, espectaculares. 


            Agustín Fernández Reyes           

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