El sombrero rojo
El reencuentro desde la
alegría de volvernos a ver.
¿Cuantas veces en tu vida, deseas de corazón ver a alguien y disfrutar
de su compañía?
Han transcurrido más de cuatro décadas, casi sin
darnos cuenta y allí estábamos todas.... Nos fuimos recibiendo y empezaron a
fluir los recuerdos, los rasgos de las caras, las miradas, las sonrisas, las
voces, todo igual que si hubiéramos despertado instantáneamente en nuestro
cerebro algo que llevaba dormido mucho tiempo.
Todas hemos tenido una vida diferente, destinos
alejados, vivencias distintas, unas felizmente casadas, otras solteras.... Ya,
algunas, con el privilegio de ser abuelas y de sentirnos orgullosas de nuestras
familias.
El deseo expresado por algunas de nosotras, hace algún
verano, en una conversación de varias horas, de tener el propósito de reunir a
las compañeras que estuvimos estudiando durante tantos años el Secretariado en
la I.P.G de Cadiz, se hacia realidad.
Entre unas y otras localizamos a las demás, ardua
tarea aunque no imposible, y de la que nos sentimos muy satisfechas, ya que
hemos reunido a más de cuarenta compañeras en muy breve espacio de tiempo.
Alegría, emoción, cariño, besos y abrazos entre todas,
recuerdos y más recuerdos, llegó el día esperado, casi mágico, donde nos
sentíamos nerviosas desde la víspera, tal cual, un acontecimiento importante en
nuestras vidas se fuera a producir y con la misma sensación que teníamos cuando
volvíamos después de las vacaciones, deseosas de contar nuestras aventuras del
verano o al salir al recreo cada día.
Añoranza por las que no pudieron estar físicamente con
nosotras pero si desde el corazón y a las que recordamos con todo nuestro
cariño, como si estuvieran a nuestro lado.
Para todo ello un símbolo, el sombrero rojo o la
mirada femenina en su espejo, desde la niñez que se ve como La Bella Durmiente
o cómo una reina, pasando por la juventud hasta llegar a la madurez, donde cuando se mira en él, se dice "¡Por fin soy yo!" entonces
sale, aprovecha la vida y conquista el
mundo. Todas hemos decidido ponernos el sombrero rojo.
Milagros Pozo
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