Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
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domingo, 5 de junio de 2016

Lisboa




Sube aún hoy, por las empinadas calles de Lisboa, un tranvía, con su único faro encendido, avisando inútilmente, cuando los latidos de sus ruedas en los raíles, chirrían provocando un fuerte sonido avisor.

Parece, que amanece o bien anochece, va lleno de personas que van o vuelven de sus quehaceres, igual que la alegre Lisboa, a mis ojos veinteañeros, que la recorrí, sin aquel conocimiento, que en años posteriores me darían de la noble y hermana Portugal en otras visitas.

Estos tranvías, lentos, cansinos y viejos, son un símbolo de un tiempo pasado, que nos lleva a la Lisboa de Pessoa, Fernando, él nos acerca con su prosa a un país ,real y a veces imaginario, para hacerlo muy nuestro, amarlo, si se puede amar, el desconsuelo y tristeza de sus muchas historias, hechas por un escritor sublime y al mismo tiempo, de vida oscura, silenciosa, taciturna y poco vital.

Amar a Lisboa, es como amar tu pasado, es una fotografía permanente de tu ayer, de su ayer, que añoras y no quieres de ella, la modernidad, porque su belleza, esa belleza que todos disfrutamos en la juventud, queda difuminada en el presente.

Amar a Lisboa , es amar a Pessoa, su misterio y sus quebrantos, su mundo, tal como el mismo describe a través de su pluma y sus muchos biógrafos, como si, su intimidad, esa intimidad, que cada ser humano tenemos, con secretos, sueños,frustraciones, que nadie mas conoce y quizás, nadie conocerá, fuera posible. Hay quedan unas páginas nunca escritas y aun peor ¿cómo adivinar a través de su poesía y prosa, sus grandes o pequeñas "grietas", esas que todo "edificio" humano, calla o miente o sueña.

Amar Lisboa, es amar esas calles con edificios de un colorido colonial, su lengua,su fado,ese flamenco portugués, que duele y embriaga como su vino Oporto, sus paseantes, algunos anclados en una España, de anteayer, ella Lisboa, está resignada a ser rémora de modernos edificios que con melancolía la adormece.

Es el signo de aquellas naciones del Sur, como España, que, durante siglos, vivieron de sus colonias, y no supieron seguir el ritmo de otros países y aprovechar sus propios recursos, amparados en ultramar, y que pierden el tren de los tiempos, llegándoles la triste realidad de las penurias y el atraso, tan difícil de remontar .

Triste Pessoa, triste, triste Portugal, triste, pero no por triste, menos profunda y bella, como la literatura de Fernando Pessoa, escritor portugués y universal.

     
      Francisco Herrera López

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