Declaración de amor a mi bliblioteca
A Rafael Cózar
Yo, como tú, Rafael, también amo a mi biblioteca con una pasión
desmedida, rayana en lo enfermizo y en lo obsesivo.
Yo, como tú, también defendería mis libros del fuego a costa de mi vida
como tú hiciste, caro amigo.
Y es que no hay lugar más ameno, más pleno, mejor amueblado en el mundo
que una biblioteca, que tu biblioteca personal que has ido modelando a
conciencia, sin prisa pero sin pausa, acaudalándola con los mejores y más
sabrosos mimbres que encuentras en tu caminar por librerías de viejo, bazares,
mercadillos, casas polvorientas y mansiones abandonadas.
Cada libro que compone mi excelsa biblioteca es un órgano de mi propio
cuerpo, un apéndice de mi anatomía, un mueble en mi mente repleta de
maravillas.
Y es que mi biblioteca es el hogar de mis ojos, de mi cerebro, el templo
donde honrar a mis dioses, el altar donde comulgar con mis hermanos de
sentimentalidad, el cementerio donde llorar a mis poetas muertos, a mis héroes
de papel impreso, el confesionario donde confesar mis pecados más íntimos y
privados, la secreta estancia donde hacer el amor con mis musas y mis damas
misteriosas sepultadas en túmulos de tinta fresca, el castillo donde ejercer la
tiranía de mis deseos y mis utopías sin que nadie ose desobedecer mis anhelos,
la cama donde gozar de mis más oscuras perversiones.
Estoy desnudo fuera de mi biblioteca. Estoy perdido allende sus
fronteras. Estoy desvalido sin la protección de sus cuatro paredes. Me siento
extranjero fuera de su nación, de sus límites, de su geografía reconocible. Soy
un exiliado nada más salir de su lecho, un apátrida errabundo sin rumbo ni
norte fijo. Un refugiado me siento en cualquier otra habitación de la casa, un
sin techo que tiene que dormir a la intemperie, un indigente que no tiene qué
llevarse a la boca, un paria.
Nada interesante pasa cuando salgo de su halo beatífico.
No soy persona si no tengo un libro en la cabeza.
No soy yo si no ejerzo la cultura.
Apenas seré un profesor, un viandante, un paciente, un ciudadano, un hijo, un amante, un amigo pero no seré del todo yo.
Mi biblioteca es mi cuarto, mi casa, mi barrio, mi ciudad, mi comarca, mi
provincia, mi comunidad autonómica, mi región, mi país, mi continente, mi
mundo, mi planeta, mi cielo, mi paraíso, mi galaxia, mi universo, mi religión, mi bandera, mi dios.
Y si existe la vida eterna vivirla quiero entera en mi biblioteca.Juan.
Emilio Ríos Vera
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