Epitafio de Seikilos
Mientras estés vivo, brilla;
no dejes que nada te entristezca más allá de la medida
porque corta es la vida por cierto,
y su retribución el
tiempo exige.
Siempre me conmueven estos versos, imagino que es lo que pretende un epitafio, pero en este caso el sentimiento va un poco más
allá y consigue posarme al pie de la columna de mármol erigida sobre la tumba construida
por Seikilos para su mujer Euterpe, en Aydin, cerca de Trelles en Asia Menor,
allá por el siglo I de nuestra era…
Más allá de la
importancia histórica que indudablemente posee este epitafio (representa un
icono en la historia de la música como la primera referencia escrita que se
tiene sobre la misma), lo verdaderamente estremecedor para mí es la sensación de
atemporalidad y universalidad que contiene el mensaje, “brilla,
no dejes que nada te entristezca más allá
de la medida porque corta es la vida”…
El ser humano siente la necesidad de plasmar su relación
con el mundo y consigo mismo a través del arte: pintura, escritura,
danza, música, manifestaciones que han ido evolucionando y entrelazándose con
acontecimientos socioeconómicos y políticos que las enmarcan en un contexto
concreto y determinado. Pero al mismo tiempo la música tiene el poder de liberarnos de todo contexto y toda época configurando,
por sí misma, un territorio universal y atemporal al mismo tiempo… corta es la
vida… y su retribución el tiempo exige.
Lourdes Torrejón
Iglesias
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