Reflexión
a la lectura de “La escritura narrativa” del profesor J.A. Hernández Guerrero”
“Escribir no es más que un sueño guiado”
Jorge Luis Borges.
Narrar,
hoy como ayer, es un cantar humano acerca de sus gestas, contado en el trasiego
de las palabras por horizontes lingüísticos de mundos de ilusión.
Todo
relato responde al instintivo retorno hacia lo ya vivido, al humano gesto de
retener la vida dando más “vida” a la vida misma. Si bien Kant situó el origen
de la creatividad humana en el instante en que, desde la distancia en la que
nos posiciona la razón, tomamos consciencia de la exterioridad del mundo como
contexto arraigante de nuestra realidad. Cuando la razón, en su deductiva
lógica, es insuficiente (M. Zambrano), es nuestra mirada apaisada sobre las
fisuras del mundo la que instaura en nuestro ser interno el impulso primero de
ir al encuentro con la vida.
Todos
hemos pronunciado alguna vez -o escuchado- la expresión coloquial “te voy a
contar un cuento…”; mas si devolviésemos este “cuento” nominalizado a su
verbalización original, hacia su menester de contar desde la voz narradora, de “contarse” a los demás desde la voz
poética, ubicándolo en la dimensión lineal del presente, reflexionaríamos que
todo contar da comienzo en el proceso de
codificación de nuestra memoria por el cual retenemos nuestros recuerdos como
posibilidad de dotar de tangibilidad a
nuestras emociones y sentimientos.
Todo
relato sitúa su origen, a priori, en ese primer momento consciente
kantiano en el que la existencia, como mera experiencia de nuestra realidad,
transciende a sí misma como vivencia interna. Tendríamos entonces que retornar
hacia la imagen primera física del mundo, percibida por nuestra mirada,
incondicional y transparente, en su contemplación aún no transitada por las
palabras. Un mirar cara a cara con el mundo, cuyo reflejo, como lámina de un speculum,
desde la toda apertura de su ángulo de luz, se refracta en la retina de
nuestros ojos internos. Una mirada, especular y extensible, cuya potencia de
voz se sitúa en el silencio contemplativo con la que da comienzo el registro de
nuestra memoria; sin intención de obtener certezas, sin anquilosarse la razón
en lo que solo es predecible.
Es
esta mirada original, en su potencial pureza desde el “entendimiento” precoz de
nuestro inconsciente, la que actúa como nuestro consustancial instrumento de
medida que nos da la variable frente al mundo desde nuestra escala humana. Dicha mirada, a posteriori,
posibilitará, desde la estimación de nuestros valores, el proyectarnos e
inscribirnos sobre el eje horizontal narrativo a la vida como la voz
intérprete, cuestionadora de su propia realidad (H. Guerrero, 2019). Así,
resonará como voz que acentúa la búsqueda de la verdad de sí misma, de lo aún
por conocer de sus circunstancias (O. y Gasset), como voz que desde su
alteridad se coextiende más allá de la vida, hacia el infinito. J. Ramón Jiménez desde su poemario Eternidades
(1923), nos decía: “Yo no soy yo, soy este que va a mí lado sin yo verlo (…), el
que pasea por donde no estoy, el que quedará en pie cuando yo muera”.
Una
mirada iniciática que desde su dimensión literaria nos conduce a través de un
movimiento rotativo sobre la panorámica del mundo por la que la narrativa
alberga, en su amplitud de miras, la curiosidad por saber acerca del binomio
ser-mundo enfocando desde el espíritu polisémico del ser humano a la vida como
continente posible en el que habitar. La vida discurre por senderos,
itinerarios de tramas que se bifurcan y por las que todo lo humano deja de
cimentarse sobre el discurso unívoco desde la logística de la razón; sino que
se emprende por senderos ambivalentes transitados entre lo real y lo imaginario
(Borges). Con ello nos predispone a que todos ejerzamos de narradores,
liberando ese impulso interno e instintivo de contar la vida desde una historia
propia. ¡Ficcionamos, luego existimos! sentenció Borges.
Narrar,
contar o relatar es intrínseco al tejido humano, de su entrecruzamiento entre
lo visual y lo verbal construimos y definimos nuestra identidad humana. Todo
relato nace, pues, de un trasfondo épico y de un trasfondo filosófico que nos
revela al ser humano como toda posibilidad, como respuesta a esa necesidad
connatural de agregarnos a la vida.
Leibniz justificaba nuestra tendencia creativa
desde la consideración de la vida “como el mejor de los mundos posibles”. Por su parte, Barron, define a la creatividad
como una actitud hacia la vida y un modo del pensamiento; una actitud de
superación que nos forja a elevarnos sobre arenas movedizas, desarraigantes,
sobre las que observamos al mundo, absorto en sus giros, ajeno al dolor
humano.
En cierta ocasión le preguntaron a Torrente Ballester (1977) acerca de su insistencia en escribir novelas a sabiendas del dolor inherente a la vida humana. Su respuesta fue contundente: “a pesar de todo el desencanto de la humanidad, el hombre, a pesar de todo y contra toda razón, no pierde la esperanza sobre lo humano”.
En cierta ocasión le preguntaron a Torrente Ballester (1977) acerca de su insistencia en escribir novelas a sabiendas del dolor inherente a la vida humana. Su respuesta fue contundente: “a pesar de todo el desencanto de la humanidad, el hombre, a pesar de todo y contra toda razón, no pierde la esperanza sobre lo humano”.
Tiene
sentido concluir esta extensa opinión, densa en citas, afirmando coloquialmente
que el corazón humano, antes de hablar por las palabras, lo hace por su mirada.
Lo
valioso que nos enseña la lectura como disciplina es aprender a cuestionar la verdad banal contenida en los
convencionalismos que nos son trasmitidos, como los que conciernen al origen de
la creatividad literaria, desviando el fin que en sí misma contiene nuestra capacidad de ficcionar, justificando
el hacer literario en las oscuridades de patologías, en el sentir traumático de
un “yo” herido e hipertrofiado situándolo
en ese punto de confrontación
o especie de choque por el que muchos aspiran desde su suprarrealidad
revestirse de genialidad. Sin embargo, más allá del genio, la narrativa surge
de nuestro ingenio, de “la mezcolanza entre lo sublime y lo grotesco” en
palabras de Cervantes.
En
definitiva, como refleja la sabia conclusión de T. Ballester, es necesario ser
siempre consciente de que “todo lo que pasa por una novela, pasa antes por la
vida”.
Bibliografía,
artículos y notas sobre las fuentes consultadas:
Sobre
la retórica de la imagen artística:
Maillard,
Chantal. (1992). Introducción. La creación por la metáfora en Zambrano, María. La
razón poética. Barcelona: Ed Antropos.
Sobre
la conciencia como sujeto activo:
Coble
Sarro, David. (2012). Lo a priori trascendental en Kant (una investigación
lógico-conceptual), Factotum, 9, pp. 44-122. Recuperado de http://www.revistafactotum.com/revista/f_9/articulos/Factotum_9_5_David_Coble.pdf
Sobre
el concepto de circunstancia como “esa realidad muda en derredor (… )”
en relación con la filosofía descartesiana de O. Gasset “ yo soy yo y mis
circunstancias “ en Pérez-Borbujo, Fernando. (2010). Tres miradas sobre el Quijote.
Unamuno-Ortega-Zambrano. Barcelona: Herder.
Sobre
el concepto de alteridad como modo alternativo de leer la realidad:
Vázquez
Rocca, Adolfo. (2005). Baudrillard: alteridad, seducción y simulacro. Observaciones
filosóficas, 1. Recuperado de https://www.observacionesfilosoficas.net/alteridad.html
El
mismo concepto en Juan Ramón Jiménez en su poemario Eternidades, (1923),
Ed. Taurus. 1982.
Borges,
Jorge Luis. (1996). El otro el mismo. Buenos aires: Ed. EMECÉ.
Sobre
el concepto de verdad literaria, tan válida como la realidad tangible del mundo
en Jorge Luis Borges:
Cavallari,
H. Mario. (2001-2002). Jorge Luis Borges y la estética del simulacro. Corner,
5. Recuperado de http://www.cornermag.net/corner05/page02.htm#anchor76741
Desde esta misma poética
Borges reivindica la valoración del
aspecto lúdico de la ficción , el ‘yo’ ficcionado se concibe como un punto de
confluencia de sus ficciones , revirtiendo el sentido descartesiano de la razón
: “pienso , luego soy” en su expresión “ ¡Ficcionamos , luego existimos!”.
Sobre
la concepción de los mundos ficcionales como mundos posibles en la teoría de Leibniz:
Aguado
Rebollo, Javier. (2009). ¿ Por qué según Leibniz vivimos en el mejor de los
mundos posibles? Thématos Revista de filosofía , 42.pp. 19-37.
Recuperado de https://revistascientificas.us.es/index.php/themata/article/view/547
Sobre
la definición de Barron (1955 ) sobre la creatividad como un modo de vida,
un medio de salud mental y una fuente debelleza y recogimiento en el artículo
García García, Francisco. (2010). Definición de creatividad (V) –
Barron. 37,4. Blog de creatividad. Recuperado de http://treintaysieteconcuatro.blogspot.com/2010/04/definicion-de-creatividad-v-barron.html
Sobre
la referencia del ingenio narrativo según Cervantes y su postura escéptica
acerca de la genialidad:
“(…) ni de quien se sirve
de la retórica (... ) ni tiene para qué predicar a ninguno, mezclando lo humano
con lo divino , que es un género de mezcla (tejido de hilos de colores ) de quien no se ha de vestir ningún cristiano”.
Real
Academia Española. (2004). Prólogo a Cervantes, Miguel. Don Quijote de la Mancha.
IV centenario. Madrid: Santillana Ediciones Generales.
La
misma opinión en Torrente Ballester en
su discurso de toma de posesión en la Real Academia (1977) Recuperado
en: https://www.ersilias.com/discurso-de-gonzalo-torrente-ballester-al-recibir-el-premio-cervantes-de-1985/
Así
como el escritor gallego adopta para sí la definición de Cervantes sobre la realidad
creada en la ficción: “la realidad no es otra cosa que una mezcla entre lo
serio y lo ridículo, lo feo y lo bello, lo verdadero y lo falso, lo sublime y
lo grotesco. (…) lo importante es lo que este aconteciendo entre el lector y el
autor” (1986).
1 comentario:
Lección de humanismo e historia. Gracias José Antonio.
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