Club de Letras UCA (Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras)
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jueves, 2 de abril de 2020

Ulises confinado (1)




Canto I

Concilio de los dioses

Háblame, Musa, de aquel varón de multiforme ingenio que, después de destruir la sacra ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo, vio las poblaciones y conoció las costumbres de muchos hombres y padeció en su ánimo gran número de trabajos en su navegación por el ponto, en cuanto procuraba salvar su vida y la vuelta de sus compañeros a la patria. Mas ni aun así pudo librarlos, como deseaba, y todos perecieron por sus propias locuras. ¡Insensatos! Comiéronse las vacas del Sol, hijo de Hiperión; el cual no permitió que les llegara el día del regreso. ¡Oh diosa, hija de Júpiter!: cuéntanos aunque no sea más que una parte de tales cosas.

Ya en aquel tiempo los que habían podido escapar de una muerte horrorosa estaban en sus hogares, salvos de los peligros de la guerra y del mar; y solamente Ulises, que tan gran necesidad sentía de restituirse a su patria y ver a su consorte, hallábase detenido en hueca gruta por Calipso, la ninfa veneranda, la divina entre las deidades, que anhelaba tomarlo por esposo. Con el transcurso de los años llegó por fin la época en que los dioses habían decretado que volviese a su patria, a Ítaca, aunque no por eso debía poner fin a sus trabajos, ni siquiera después de juntarse con los suyos.

Y todos los dioses le compadecían, a excepción de Neptuno, que permaneció constantemente airado contra el divinal Ulises hasta que el héroe no arribó a su tierra.


Nota:

Os sugiero, queridas amigas y amigos, que, en silencio, leáis, releáis, imaginéis y escribáis sobre el contenido de este primer fragmento de la Odisea.

Cordialmente,

José Antonio Hernández Guerrero

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