Una
sola es la estirpe de los hombres
y
de los dioses: de una sola madre
recibimos
el soplo de la vida.
Mas
nos separan muy diversos grados
en
los poderes:
de
una parte, nada;
de
otra, el cielo de bronce,
que
permanece siempre
como
mansión segura.
Pero,
con todo, en algo
nos
parecemos a los inmortales:
ya
en la hondura del alma,
ya
en la naturaleza.
Aunque
esto no conocemos
el
término al que vamos
corriendo
cada día,
y
durante las noches,
y
nos tiene marcado ya el destino.
Traducción de Esteban Torre
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