Había
pensado en ello muchas veces, aunque sin atreverse nunca. Pero las circunstancias
habían cambiado. De nuevo, agobiado por el confinamiento, volvía a la misma
idea recurrente con la mirada fija en el espejo. Se dirigió al salón de la casa, miró a su
mujer y luego a las tijeras sobre la mesa, alternativamente, varias veces,
hasta que por fin se decidió. Tomó las tijeras, se acercó a ella y le preguntó:
¿Me pelas?
1 comentario:
Brevísimo, actual, con inquietante desarrollo y magnifico final ¡bravo!
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